David de la Iglesia

 

Estar ahí fuera. Con fuera no sólo me refiero a irte a 4.000 kms de casa a fotografiar auroras boreales sino a estar fuera en un pequeño monte al lado de tu casa. La sensación de pausa que supone ver un amanecer completamente solo y ese tiempo extra para pensar y reflexionar muchas veces sobre tí mismo, me parece un extra que no se puede pagar con dinero. Tener la oportunidad después, viendo tu foto, de volver a recordar ese estado de tranquilidad. es un lujo.

 

Desde que me planteé la fotografía como algo más serio, he usado siempre equipos Fujifilm. Empecé con una X100S y más tarde con una X100T que, desgraciadamente vendí porque eran cámaras con un toque muy particular. De ahí ya salté a la gama XT y ahora mismo cuento con 3 cuerpos: La XT20, la XH1 y XT4. Y hago hincapié en que tengo una XT20 porque me parece una cámara muy infravalorada y que me encanta llevarme de viaje.

Todo evoluciona pero todo sigue igual. Hay mejores materiales y más facilidad para acceder a lugares que antes eran más complicados por la falta de información accesible. Ahora hay casi demasiada y hay lugares en los que he llegado a no disfrutar de estar haciendo fotos de la cantidad de talleres que se congregan en el mismo lugar en determinadas fechas. Lo que sí ha habido es un salto de calidad en los fotógrafos. Ahora mismo España cuenta con una gran cantidad de fotógrafos de paisaje que son referencia a nivel mundial.

Dos cosas que son antagónicas pero esenciales para el fotógrafo. Por un lado, tener la capacidad de planificar una foto, de componer antes de que ocurra y saber qué elementos necesitas en ella para lograr lo que tú quieres. Saber planificar, tanto a nivel de equipo como, por ejemplo, a nivel meteorológico, me parece crucial hoy en día si quieres conseguir algo especial. Y por otro lado la capacidad de ser flexible. A veces me da la sensación de que veo constantemente el mismo encuadre en Instagram. Casi se podría decir que tienen calcada la posición de las patas del trípode y solo se llega hasta ahí. Echo de menos cierta ilusión por explorar y buscar cosas nuevas adaptándote a las condiciones que te toquen en ese momento.

 

 

Lo primero es que se adapte a tus necesidades. Puede parecer obvio pero muchas veces veo fotógrafos con un equipo muy sobredimensionado para sus necesidades reales. En mi caso particular, lo más importante es la calidad del detalle tanto en la nitidez como en el color y el rango dinámico, pero también valoro mucho un buen sistema de estabilización porque cada vez uso menos el trípode.

 

 

La palabra es trabajo. Trabajo para mejorar, trabajo para estudiar, trabajo de prueba y error y el trabajo más duro… ser muy constante.

Trabajo siempre en RAW y el flujo, en realidad es bastante sencillo: Selección, catalogación y revelado básico en Lightroom, paso por Photoshop para terminar de ajustar sobre todo el contraste y el tono ayudándome de máscaras de luminosidad y vuelta a Lightroom para darle los últimos toques. Lightroom puede que no sea el mejor revelador, pero sus funciones de catalogación, para mí son indispensables.

 

 

Voy a barrer para casa solo para demostrar el nivelazo del que podemos disfrutar muy cerquita de casa: primero me gustaría destacar al grupo que me ha acompañado en este camino, RGBaske en el que hay gente del nivel de Imanol Zuaznabar, Mikel Martinez de Osaba o Igor Cruchaga. Pero no me hace falta irme muy lejos para encontrar a Javier de la Torre, Hugo Valle, Laura Gómez, Pablo Ruíz, Merce Hernández, David Aguilar, Iván Ferrero… Es que hay talento a raudales, la verdad.

 

 

Siguiendo la filosofía que comentaba al principio de disfrutar más de lo que tenemos cerca, durante la pandemia, estuve retratando Bilbao utilizando panorámicas buscando encuadres poco explorados y, aunque aún inacabado, es un proyecto que me hace disfrutar y valorar mucho más lo que tengo cerca. Quizá este proyecto sea mi segundo libro tras La Aventura de la Fotografía de Paisaje porque sería un buen complemento.