El proyecto fotográfico Rostro de Chile de 1960 y el Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile
Fotografías: Antonio Quintana, Roberto Montandón, Domingo Ulloa, Mario Guillard
Texto: Alejandra Araya, historiadora, Directora del Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile
En el Archivo Central Andrés Bello existen cerca de 75.000 negativos fotográficos heredados por vía de una institución poco conocida en nuestra historia cultural y que el libro Rostro de Chile. Exposición de la Universidad de Chile, 1960, pone en valor: el Laboratorio Central de Fotografía y Microfilm de la Universidad de Chile, el que hizo posible técnicamente la exposición más grande de fotografía que se haya realizado en el país y América del Sur. Un patrimonio visual que pasó al actual Archivo Central Andrés Bello en 1994 cuando se creó incorporando al Archivo Fotográfico de la Universidad, heredero del Laboratorio. Si consideramos a esta unidad como una casa fotográfica pública y estatal, se trata entonces del archivo con más larga data de su tipo en Chile, una pieza clave de la historia de la fotografía análoga que enfrentó técnicamente desafíos tan importantes como esta exposición, pero también aportó a la formación de generaciones de fotógrafos de la segunda mitad del siglo XX y la ampliación de los desarrollos expresivos de la imagen fotográfica pensándola como arte público y pedagógico.
Sabíamos entonces que nuestro Archivo resguardaba este valioso patrimonio y que la investigación de Jaime Moreno de inicios del siglo XXI –”1960. Una revisión al Rostro de Chile”– abordó solo 30 fotografías de las 410 de la muestra original. Él no conocía el cuerpo completo de la obra, pues en los acervos heredados no existe un álbum con tal nombre ni un fondo Rostro de Chile que las identifique. Una pieza clave del reencuentro con Rostro de Chile en el siglo XXI, tanto para José Moreno como para mi equipo, fue Domingo Ulloa, cuya muerte lamentamos el 19 de abril de 2018. Él era la memoria viva del proyecto.
Rostro de Chile, en palabras de Andrea Durán, artista visual a la que debemos el reencuentro con las imágenes: “fue una exposición en clave abierta a la ciudadanía, es parte de la escena social, cultural y artística del país”, explica. Por eso, el libro es tan relevante, ya que “busca instalar nuevamente este repertorio y trabajo, realizado por este grupo de fotógrafos, en la circulación cultural de la ciudadanía y activar una memoria visual que está anclada a una identidad local chilena y latinoamericana”. (Durán, en Boletín Uchile)
La exposición Rostro de Chile
Rostro de Chile es el más grande proyecto colectivo de fotografía y de fotógrafos que se haya hecho en este territorio, el que tomó cuerpo de exposición de arte público en formato análogo de gran tamaño, con un cuerpo de obra compuesto de 410 fotografías impresas en papel fijadas en paneles, que fue inaugurada un 13 de octubre de 1960 en los patios de la Casa Central de la Universidad de Chile. Originalmente debía abrir en septiembre, pero el gran terremoto de mayo de 1960 alteró todas las agendas nacionales. Los paneles e impresiones en papel se perdieron y el país desde donde salieron para itinerar durante nueve años por el mundo, fue detenido y desaparecido un 11 de septiembre de 1973. Como descendiente de los habitantes originarios de Rostro de Chile, y de la institución Universidad de Chile que hizo posible la exposición, custodiamos las pequeñas llamas de sus restos aún latentes en sus negativos fotográficos. Son imágenes que, en su formato original, monumental, con ampliaciones de hasta 3 metros, desparecieron de la escena en 1970. Es por eso por lo que emprendimos el proyecto de reencontrarnos con el Rostro de Chile desde la oscuridad de sus negativos fotográficos, para volver a insertar sus positivos digitales e impresos en papel en formato de libro y dialogar entre generaciones que se espejean en la belleza de este proyecto.
Rostro de Chile pesquisa visual realizada a través del territorio traza un paisaje geográfico y humano donde se exhiben las contradicciones de la modernización ocurrida por entonces en Chile, similar a los procesos vividos en otros países latinoamericanos. Un mundo en el que asistimos cambios productivos que el uso más constante de maquinaria y la industrialización propiciaron en el mundo del trabajo, por una parte, así como a las tensiones entre el ámbito urbano y el rural, con especial énfasis en hombres y mujeres del campo. Al respecto, es revelador observar también el modo en que el dispositivo fotográfico estableció un correlato entre territorios y habitantes de distinta pertenencia étnica, en un país de regiones tan disímiles entre sí. Esta noción de rostro, extensa, experimental y novedosa, permite volver a vernos como sociedad a 62 años de la inauguración de la exposición.
La investigación también permite trazar una genealogía para el proyecto Rostro de Chile. Un antepasado “directo de la exposición Rostro de Chile es el libro Autorretrato de Chile” (1957) el que “propongo como la matriz del guion museográfico de la exposición pues el índice es coincidente con la organización de los paneles fotográficos de Rostro de Chile” (Araya en RCH). Pero también porque permite conectar al equipo liderado por Quintana y Montandón con el Departamento de Fotografía y Microfilm (uno de los nombres institucionales con se identificada al Laboratorio Central) quienes firmar el trabajo fotográfico de una propuesta editorial liderada por el escritor Nicomedes Guzmán. Este reunió a destacados escritores y escritoras en ensayos acompañados por fotografías. Algunas de ellas luego fueron parte de Rostro de Chile, como se identifican en el libro, en particular las de Baltazar Robles antiguo funcionario de otra institución que la investigación rescata, la Dirección Central de Información y Cultural (DIC), que fue traspasada a la Universidad de Chile en 1948 y las del joven Domingo Ulloa, que aporta con fotomontajes. Entre las escritoras se encuentran Gabriela Mistral y Marta Brunet. La primera aporta con dos ensayos. Gabriela falleció en enero de 1957, por tanto, se le rinde homenaje de esta forma lo que también permite instalar su figura actuante en el escenario intelectual nacional incluso para proyectos tan relevantes. En el libro Rostro de Chile, se destaca la carta de Gabriela Mistral a Armando Mook, en la cual proponía realizar “una geografía pintoresca del país con fines de divulgación usando fotografía artística, lo que superaría a un texto de descripciones hechas por escritores” (en Araya en RCH).
Rostro de Chile: el libro
El libro homenajea el trabajo colectivo del equipo de fotógrafos de la Universidad de Chile liderados por el maestro Antonio Quintana –a quien honramos a 50 años de su fallecimiento en 1972– y por Roberto Montandón, director del Laboratorio, quienes recorrieron el país produciendo más de 7.000 registros fotográficos. Domingo Ulloa, joven promesa de la fotografía, hoy reconocido como maestro del arte, estuvo a cargo de las ampliaciones análogas, de entre un metro y hasta tres de las 410 imágenes que fueron seleccionadas para la muestra. Este libro entrega a la ciudadanía un proyecto arqueológico e indicial -de más de ocho años de investigación- que permite volver a ver la exposición Rostro de Chile en su composición original y que recupera 292 imágenes del montaje. Pone a disposición de la ciudadanía la información más completa del proyecto desde un punto de vista archivístico e histórico, un catálogo de las imágenes y un contexto de la producción de la exposición original que se produjo como un regalo de la Universidad de Chile al país en el 150 aniversario de la Independencia.
Antonio Quintana, autor intelectual de la idea, la llamó un gran “lienzo fotográfico”. En tanto objeto, la publicación es un espacio micro-mental que asemeja a un libro y cuya forma y figura permite recuperar el cuerpo ausente del Rostro de Chile que se inauguró en la Casa Central de la Universidad de Chile un 13 de octubre de 1960, mostrando de esta manera las fotos originales, la información más completa –hasta ahora inédita– de la exposición, la cual identifica casi en su totalidad las fotografías que formaron parte de la exposición original bajo la lógica estética de un diseño renovado. Indudablemente, fue un proyecto de magnitud irrepetible tanto para la Universidad de Chile como para el Estado de Chile y por ello su reconstrucción histórico-arqueológica fue un proyecto de gran aliento para el Archivo Central Andrés Bello, como también un imperativo ético cultural el reencontrar este patrimonio nacional. El libro entrega también el primer catálogo-inventario de la exposición original Rostro de Chile, con 386 imágenes de 410 de la exposición original. Esto es que, la reconstrucción del montaje cuenta con 292 imágenes, pero se identificaron más las que se incluyen en el catálogo pero que no pudieron ser ubicadas en la panelería del montaje. Es la aproximación más cercana a lo que fue la exposición de 1960. El libro recoge las principales características de la exposición, sus lugares de itinerancia, las claves articuladoras de este proyecto, pasando desde los objetivos de la publicación, la trayectoria de su edición, el equipo de trabajo, los énfasis editoriales y un sumario informativo de la exposición. Algunas imágenes de Rostro de Chile se han convertido en referentes iconográficos, de los cuales hay una cierta difusión social –acelerada por los medios electrónicos-, aunque han sido sacadas de su contexto de producción original y que es de toda pertinencia reubicar en la historia de esta cardinal exposición fotográfica. El proceso de reconstrucción de la panelería de la exposición a cargo de la museógrafa Trinidad Moreno y que abre el libro, presenta la aproximación más cercana al montaje y composición de la muestra de 1960, sin embargo, contiene aún “zonas oscuras” o fantasmales que desafían a seguir rastreando en el futuro su composición total. El libro permite imaginar el recorrido de la exposición a escala desde la composición original de las imágenes dispuestas en paneles en los patios de nuestra Casa Central.
Una itinerancia inédita
En los dos primeros meses de exhibición fue visitada por alrededor de 50.000 personas. Tuvo tal éxito, que itineró por todo Chile, de norte a sur – Arica, Antofagasta, Valparaíso, Concepción, Punta Arenas, Santiago Parque Forestal, edificio UNCTAD III, Estadio Nacional, con variantes en el montaje de acuerdo con las posibilidades de espacios y de viaje pues las tres toneladas de material eran complejas de trasladar. Se hicieron tres copias de los originales en papel lo que permitió generar diferentes alternativas paralelas dentro y fuera del país. El libro presenta el registro de su itinerancia internacional, identificando con claridad más de 14 países – de América del Norte, del Sur, Europa y Asia- en los que estuvo la muestra hasta el año 1970, cuando terminó en Osaka, Japón. No se tiene rastro de lo que sucedió con los originales en papel, pero no perdemos la esperanza de encontrarlos para un nuevo Rostro de Chile. La democratización de este patrimonio fotográfico es uno de los objetivos centrales del proyecto, razón por la cual se puso a disposición de forma gratuita para su descarga digital desde el Portal de Libros Electrónicos de la Universidad de Chile (en libros.uchile.cl/1290) y a la fecha tiene más de 205 mil descargas lo que de alguna forma repite el impacto de audiencias de la exposición original. La circulación digital se inició en mayo de 2022, en el día del patrimonio, la cultura y las artes. La edición impresa tiene distribución en las bibliotecas de la Universidad de Chile, y se avanzará en enviarla a las bibliotecas públicas y universidades a lo largo de todo el país. En septiembre pasado se entregaron 78 ejemplares a las bibliotecas en recintos carcelarios pues el espíritu original del proyecto fue un arte público. La labor arqueológica e indicial continúa, pero lo logrado nos permite decir que Rostro de Chile vuelve a ser visto y a instalarse como matriz de la historia de la fotografía en Chile del siglo XX.
Libro: