Fundada en 1987, EFTI se ha convertido en uno de los centros de referencia internacional en la vanguardia fotográfica. Nuestro éxito se basa en la permanente innovación que nos permite mantener una visión de escuela abierta y adaptada a las cambiantes necesidades y perfiles de alumnos. Motivamos a los estudiantes para alcanzar sus metas a través de un amplio programa formativo con un exigente elenco de profesores.
A lo largo de nuestra trayectoria han pasado por la escuela más de 18.000 alumnos de más de 65 países y cada año eligen nuestro compromiso con el lenguaje visual más de 300 alumnos extranjeros. En EFTI creemos que el intercambio y la movilidad de estudiantes entre escuelas internacionales, permite experiencias formativas y culturales muy valiosas. Para ello ofrecemos anualmente un marco de colaboración e intercambio con otras escuelas extranjeras en el área de la fotografía y el cine.
Shendi Bendi
Por Jesica Zayat
«Shendi Bendi» es la interpretación de mi historia familiar inspirada en narraciones mágicas y absurdas, las que escuché toda mi vida, las mismas que Farida, mi bisabuela, le contaba a mi abuela antes de dormir. Soy judía pero árabe. Mis bisabuelos vinieron de Siria. Estudié en un colegio judío ortodoxo en Buenos Aires, hablo hebreo y festejo Pesaj y Rosh Hashaná (Pascuas y Año Nuevo judío), pero en mi casa se habla español mezclado con dichos árabes y tono andaluz. Yo siempre soñé con conocer la casa de mis bisabuelos, pero en los relatos de mi historia familiar, Siria es el país que nunca podré pisar. Shendi Bendi es una palabra que utilizamos todos en mi familia. Mi abuela dice que la inventó Parida, su madre, pero Luis, el «turco», el novio de mi tía murmuró: ¡me parece que no! Y me aporta toda una investigación que realizó con sus amigos «turcos» sobre la palabra en cuestión.
Este proyecto me habilita entrar al terreno prohibido.
Les lundis, miracle
Por Alba Serra
El proyecto fotográfico parte de la fascinación por las historias y por el otro. Es un ensayo visual que registra espacios, cuerpos y arquitecturas de un territorio mitificado, desde una visión que se sitúa voluntariamente en los márgenes de lo “extraordinario”. A mediados del siglo XIX , Bernadette Soubirous afirmó haber tenido 18 visiones en Lourdes, ciudad situada en los Altos Pirineos Franceses. Los milagros que más tarde sucedieron , convirtieron a esta pastora adolescente en mística y al pueblo de Lourdes, en el segundo destino católico de peregrinación del mundo. En esta ciudad, que se presenta inestable y vulnerable, las imágenes buscan mostrar la realidad de una forma más simbólica que cierta. A la vez el proyecto somete mis propios prejuicios como autora, pensando la vida que llevamos en común y los lugares que habitamos en conjunto (con sus contradicciones) cuestionando el sentido profundo del acto de habitar espacios comunes.
Los retratos construidos de personas ajenas a esa otra realidad trágica representan historias comunes y cotidianas, explorando la relación entre el paisaje, la identidad y el territorio . La normalidad es vista a travñes de las imágenes como un privilegio, en un pueblo marcado por los anhelos y el deseo. El título del proyecto hace alusión a las expectativas de felicidad a las que estamos sometidos y que no se ajustan a la vida real, la que no es idílica ni es un mito. “Les lundis, miracle” es un ejercicio fotográfico que asume lo incierto, lo imperfecto de nuestro contexto y del propio medio fotográfico, donde se tensionan las relaciones entre realidad y representación. Esta interpetación libre y personal del pueblo de Lourdes, busca cuestionar como se vive en un pueblo mitificado y con heridas, que a través de las imágenes parece permanecer en un constante estado de espera.
Las fotografías son preguntas que cuestionan también el concepto de periferia ¿ como se delimita el terreno de lo sagrado o lo milagroso? La tensión entre las ideas mentales que nos hacemos de los lugares y la propia realidad abre una última pregunta; ¿Cuanto hay que saber de un lugar para reconocerlo en sus imágenes?
Las flores mueren dos veces
Por Cristóbal Ascencio
www.instagram.com/cristobal_ascencio
Las flores mueren dos veces trata sobre una reconciliación. Mi padre, de nombre Margarito -como las flores- era jardinero y murió por primera vez a mis 15 años. 15 años después, supe que su muerte había sido un suicidio y fue entonces cuando murió por segunda vez. En su carta escribió sobre plantas y se despidió diciendo: “Perdóname y comunícate conmigo.” Tras recibir esta información, me obsesioné con mis propios recuerdos y cómo esto los afectaba. Mediante la revisión de álbumes familiares y la manipulación de datos estructurales en sus fotografías, cuestiono los recuerdos asociados a ellas. A partir de esta experimentación creo nuevas imágenes que sirven como metáfora para hablar sobre la memoria corrompida. A través de la imagen buscó darle forma a su ausencia y establecer un diálogo entre nuestros mundos.
La fotografía sirve como punto de partida para cuestionar el relato personal y explorar un universo propio donde las plantas sirven de puente. Después de su muerte, la relación con mi padre siguió viva. Lo encuentro en el mundo vegetal. Desde el renacimiento, los jardines se conciben como un lugar de encuentro para el hombre consigo mismo y con la naturaleza. Tomando como referencia los planos paisajísticos del último jardín en el que trabajó mi padre y las plantas que sembró y aún siguen vivas, utilizo técnicas de fotogrametría para realizar un jardín digital compuesto por imágenes que establecen un diálogo entre la fotografía, la memoria, el mundo digital y lo orgánico. Aunque “Las flores mueren dos veces” comenzó como una serie fotografica, también se ha convertido en una experiencia de Realidad Virtual. Dónde se invita al usuario a viajar a través de la memoria , pensamientos fragmentados y las diferentes versiones posibles de la realidad que surgen a partir de un cambio en el curso de la historia persona.
Este proyecto es mi respuesta a las últimas palabras que escribió mi padre y una invitación a pensar en todas las relaciones que alguna vez formamos y que continúan desarrollándose después de la muerte.
Almudena
Por Javier Talavera
www.instagram.com/javier.talavera_
En “Almudena”, las fotografías deterioradas que acompañan las lápidas del Cementerio de la Almudena de Madrid constituyen el punto de partida para abrir una reflexión crítica acerca de algunos dogmas fotográficos como lo imperecedero de la imagen, su capacidad de registro o su discutible valor de verdad. Más allá de la identidad individual de las personas representadas en las fotografías en las que el proyecto se interesa, se abre un escenario en el que las imágenes, frágiles, mutan en abstracciones. Lenta y azarosamente, memoria y materia dialogan. El cementerio de la Almudena, en Madrid, es uno de los más grandes y antiguos de Europa, un lugar donde más de cinco millones de personas están enterradas y por donde desde hace años paseo.
En mis derivas entre sus lápidas comencé a fijarme en los retratos fotográficos presentes en muchas de ellas. Atraído por sus cualidades plásticas, empecé a registrarlos y acumularlos para crear un archivo fotográfico. Una colección de fósiles donde explorar la huella humana y su representación, a través de una búsqueda personal en torno a cuestiones relacionadas con la forma y la construcción de la memoria. Un proceso donde revisito el género del retrato desde un precepto que trasciende lo individual o el género, desafiando las concepciones miméticas de la representación, socavadas en la búsqueda del retrato como una forma de singularidad y apariencia. Para buscar en cambio, concepciones universales y nociones de representación más cercanas a lo común y lo anónimo.
Una búsqueda de esencia. Me apropio de estos retratos, inscritos sobre las tumbas con el deseo de memoria imperecedera del documento fotográfico, para resignificar un territorio acotado como archivo fotográfico. Para a través de la materialidad de estas imágenes y su deterioro, continuo e irreversible; abrir resonancias plásticas y poéticas hacia metáforas sobre la fragilidad de la memoria, de la vida y el relato. Retratos que encuentro sobre las tumbas, que evidencian nuestra existencia en forma de huella directa y que a su vez, son hitos que certifican la certeza de la muerte, tanto para los cuerpos físicos como para la objetividad atribuida al propio medio fotográfico.
El proyecto articula un planteamiento que conecta el proceso de degradación al que está sometido el soporte físico de cualquier fotografía con la finitud de la existencia humana y, por tanto, de cualquier hecho fenomenológico. Lo que considero, que lejos de devaluar el documento fotográfico, lo potencia. Ampliando su valor, al representar a través de la impermanencia de su materia fotográfica, nuestra desaparición de una forma latente. Permitiéndonos acceder a nuevas capas de materia anónima y formas más sutiles e intangibles de aquello que llamamos verdad.
La tormenta es la muerte
Por Jesús García
La tormenta es la muerte es un proyecto que aborda la muerte y el rastro de aquello que ya no está. Un bosque tras la tormenta es el escenario donde busco lo que se ha ido. El recuerdo a través de lo que queda. Un trabajo que habla de desolación y de asimilación. De muerte y de vida.
Artificialia I
Por Mercedes Hausmann
www.instagram.com/merhausmann.art
Desde muy pequeña, mis padres me llevaron a museos y exposiciones. Mi pulsión creativa se desarrollaba especialmente al contemplar las obras de los grandes: Velázquez, Rubens, Vermeer, Durero, Boticcelli…todos hombres. Para las mujeres no había lugar en el mundo del arte, salvo exponiendo sus cuerpos y sus pecados. Dibujaba, pintaba y con el tiempo me licencié en Bellas Artes. Los cánones, las proporciones, las posturas, los estereotipos…aquello que comenzó siendo fascinante adquirió un tinte algo gris y ciertamente cuestionable al ser consciente de que detrás de toda esa belleza se escondía un mensaje: a los seres humanos se nos dicta cómo hemos de ser a través de las mágenes desde hace cientos y miles de años. “Haber nacido mujer es nacer para ser mantenida en un espacio limitado y previamente asignado”, como decía Berger.
La sociedad patriarcal y la religión católica han perpetuado iconos y estereotipos femeninos que yo deseaba desde hace mucho tiempo romper e reinterpretar. En mi proyecto “Artificialia I” cuestiono el legado visual heredado del Renacimiento y Barroco a través de imágenes en las que – citando a Siri Hustdvedt en su libro ̈La Mujer que Mira a los Hombres que Miran a las Mujeres” – “los corazones no bombean, la sangre no fluye, y los marcadores biológicos son meras representaciones”.
Las mujeres que aparecen en mis fotografías son madres, amigas, amantes; españolas o extranjeras; altas, bajas, delgadas, curvilíneas, rubias o morenas; pero en mis manos se convierten en conceptos, ideas y mensajes a favor del significado de la imaginería visual, de manera irónica o reflexiva.
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