Japón: donde Conviven Pasado, Presente y Futuro
Japón: donde Conviven Pasado, Presente y Futuro
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Japón: donde Conviven Pasado, Presente y Futuro
Japón: donde Conviven Pasado, Presente y Futuro
Japón: donde Conviven Pasado, Presente y Futuro
Japón: donde Conviven Pasado, Presente y Futuro
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Japón: donde Conviven Pasado, Presente y Futuro
Japón: donde Conviven Pasado, Presente y Futuro
Olivia Peña
Claro que importa si la fotografía es un arte, si fue creada por tal o cual profesional, si se usó la técnica de exposición correctamente, si la cámara es de uno u otro tipo… Pero lo realmente importante es si al verla sentimos que nos llega al corazón, si conserva la grandeza de la vida, si supone el recordatorio de un instante, si guarda una rebanada de tiempo congelada para siempre.
“Ver no es suficiente, tienes que sentir lo que estás fotografiando”
(André Kertész)
Japón, fascinante, desconocido, mágico imperio del sol naciente, puso ante mi cámara su espejismo de oro, su sueño hechizado, su jardín bordado con miles de matices acristalados, sus monstruos y flores que escriben por doquier poemas de emperadores, sus Budas dormidos en altares entretelados, con abanicos y cortejos dorados, sus amapolas, crisantemos y parasoles, sus biombos de seda y tibores de esmalte, sus ritos y glorias sumergidos en las pagodas, sus cerezos en flor y sus astros de viva llama que besan la nieve blanca del fujiyama. Pero para mí no fue suficiente, quería captar lo que se escondía detrás de todo eso.
Y busqué, y busqué detrás de una cara, del lazo en la cabeza de una joven, de una bicicleta, de una dama que descansa junto a su bolso abierto, de un sinfín de anuncios y luces, de un grupo de niños uniformados, de un baile compartido, de un trabajo, de una calle llena de gente, de un cartel, de la sonrisa de un bebé abrazado a su madre, del maquillaje de una geisha, de un lenguaje más o menos complicado, del día a día de sus habitantes.
Nuestra memoria es limitada y la cámara es una enciclopedia que, mediante objetivos, filtros, luces y demás artefactos, explora lo más íntimo, y al pasar el tiempo y volver a mirar aquellas imágenes te hace revivir de nuevo las experiencias, Es capaz de retratar lo que el ojo humano jamás podría percibir, y no me estoy refiriendo a la fotografía como tal, sino a los sentimientos de las imágenes, a la vida que encierran, al porqué de sus actitudes y simbolismo, a su mundo interior, a lo emotivo, a lo espiritual. Solo a través del ojo de la cámara podemos escudriñar lo que no se ve a simple vista, lo que no son apariencias, porque ello tiene la llave maestra que abre mentes y corazones y facilita su comunicación y compromiso, y comparte impresiones y sensaciones, a veces sin proponérselo.
Así pues, en los escenarios que ante mí se desplegaban, se puede descubrir a través de las fotos que muestro, la conjunción de tradición y modernidad, la minuciosidad de los origami (a quien no le gustaría tener en su casa alguien como Marie Kondo para que doblara la ropa con sumo mimo), una sociedad llena de contrastes, la majestuosidad de sus edificios, entre los que emergen los ciudadanos, callados, tranquilos, mesurados, una conciencia social generalizada, el orgullo de su idiosincrasia, su automatización, el aislamiento, el envejecimiento de la población, la espera de una oportunidad para levantar el vuelo, el sueño de la generación perdida, la glaciación laboral…
Caminando siempre en alerta, ojo avizor, en atención vigilante, para captar lo real y lo ficticio, lo imaginado y lo creado, lo dormido y lo soñado, la verdad y la mentira, lo permitido y lo prohibido, el bien y el mal, en suma, que encierra la vida, que cada persona carga en su mochila.
Así cada foto es belleza, impulso, crítica, denuncia, esperanza, historia, es pasado que crea presente y se proyecta en el futuro, es amor, eternidad infinita.
Datos Técnicos:
Cámara: Canon EOS 600D
Objetivo: EF lens 50mm 1: 8
Acerca de Olivia Peña
Barcelonesa de nacimiento y alcarreña de adopción, mi interés por la fotografía viene desde muy pequeña, “recortaba las fotografías de importantes fotógrafos que aparecían en las revistas del dominical de El País y las guardaba en una carpetita, siendo estas uno de mis mayores tesoros”.Empecé a fotografiar a los 8 años con la cámara de mi abuelo paterno, gran aficionado a la fotografía.
De mente inquieta, curiosa y autodidacta, la vida me llevó por otros derroteros distintos a la fotografía, cosas muy diferentes entre sí. Todas me han enriquecido y aportado algo, tanto en mi manera de ser y proceder en la vida, como en la manera de ver y mirar.
Y aunque estuve bastante tiempo alejada de la fotografía, siempre permaneció latente en mí. Hace aproximadamente 9 años coincidiendo con la muerte de mi padre retome de forma activa esta pasión.
Me gusta fotografiar con un objetivo fijo. Pienso que es el que más te hace salir de tu zona de confort, porque el zoom son tus pies, de tal manera que no te queda otra que acercarte a lo que te interesa fotografiar. La empatía y cercanía, para mí son fundamentales si lo que quieres es fotografiar a personas.
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