Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus
La capilla del Hospital de Guadalajara suele ser un buen lugar para recogerse sin que nadie te moleste. El coronavirus lo hizo imposible: sus bancos se condenaron con cintas, para que nadie se sentase allí mientras el virus ande suelto y matando. Luis Ángel Jiménez Martínez es cura entre moribundos y en ese tránsito se encierra la clave de la vida, aunque sea entre lágrimas. Jesús, el Cristo, hombre y Dios, lo sufrió en Betania al encontrarse ante el cadáver de su amigo Lázaro: “Jesús se echó a llorar”, se escribe en el evangelio de Juan. Si hasta Dios llora en su humanidad qué no habremos de hacer los desamparados de la Tierra. Lloremos y luego actuemos. La respuesta se llama caridad y nos la enseñó el mismo profeta, asistiendo a uno que era un proscrito, por samaritano. Veinte siglos después aún seguimos sin entenderlo bien… salvo cuando un virus nos iguala a todos ante el peligro. El cura lo sabe y lo practicaría también sin necesidad de pandemias. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus
Miguel es muy consciente de la magnitud de la catástrofe. De haber estado confinado, como tantos, habría tenido oportunidad para elucubrar desde la abrumadora placidez del hogar familiar sobre el número real de fallecidos en la pandemia. Pero como Miguel es jefe de servicio de Mémora, las mañanas, las tardes y las noches las ha dedicado a embridar el desastre. Por respeto a los muertos y a sus deudos. Las autoridades, desde sus despachos, primero limitaron los cortejos a ocho familiares, más el cura; luego, asustados por el ímpetu del contagio, sólo a tres. Lo que nunca varió fue el esfuerzo sin medida de estos hombres para que escenas como las morgues improvisadas de Madrid no se repitieran en esta tierra. Miguel y sus compañeros lo han conseguido, sin alharacas. Para ellos, nuestro elogio. Para otros, seguirá vivo por mucho tiempo nuestro reproche. ©Nacho Izquierdo
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Ases del Coronavirus
Hay quien cree que con 27 años, los dedos aún se te hacen huéspedes al volante. Para Sergio, aferrar ese círculo negro desde el tacto extraño de los guantes de látex da margen para pocas bromas. Nada de coches tuneados, ni rutas desde el anochecer hasta más allá del alba. Esto es más serio. Tanto, que resulta imprescindible: asegurar la carga de residuos peligrosos, ya sean biológicos o sanitarios, y llevarla hasta el lugar de destino. Para que no estorben y para que no sean un riesgo para nadie. Sin incidencias. Con toda la normalidad posible en la situación más anormal que nos podía tocar vivir. La vida da muchas vueltas. Casi tantas como un volante en su ruta diaria. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus
Raquel aferra con su mano derecha el fonendoscopio, bien firme, con su guante de nitrilo. Se acaban de cumplir dos siglos desde que un francés inventara el estetoscopio, para no tener que poner su oreja en el casto pecho de las pacientes femeninas. Nadie lo ha celebrado. Con Raquel y con tantas “raqueles” habría que tener un mayor sentido de la justicia histórica y no olvidar sus muchos días sin descanso, en Marchamalo. Allí empezó todo para Guadalajara y desde su centro de salud resiste la doctora Serrano, corajuda y en pie. Y con ella, también gracias a ella, resistimos los demás. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus
Olvidémonos de la ambulancia. Olvidémonos de la mascarilla con filtro. Olvidémonos de la visera. Olvidémonos de la bata. Centrémonos en lo importante. Llegará un día en que Juan Carlos podrá tumbarse en una hamaca en un día tibio de primavera y hacerse el dormido mientras una fina lluvia le cubre suavemente, sin calarle, mojándole la piel. Entonces recordará las jornadas bajo el agua y bajo el sol, con frío y hasta con calor, cuando no quedaba margen más que para el agobio de llegar, atender y llevar. Tiene que llover mucho la próxima primavera para que nos limpie de tantos malos recuerdos y solo nos deje ante los ojos las buenas enseñanzas que hemos aprendido. A golpe de pandemia. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus
Las guerras siempre las libraron viejos generales llevando al matadero a jóvenes casi imberbes. Hasta en eso han cambiado las cosas con el coronavirus. Brayan no empuña un subfusil sino la “matabi” llena de desinfectante. A sus 29 años está listo para vencer a un enemigo invisible, lo mismo que para servir a la patria que le acoge sin olvidar a la que le vio nacer. Eso es ser soldado en nuestros días de pandemia y desazón. Se está ganando sobradamente Brayan el pan y la panela, el sancocho y el cocido madrileño, el patacón pisao y la paella del domingo. Porque el futuro no tiene fronteras. Tampoco las tiene nuestro agradecimiento sin límites. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus
Anda el personal confinado por toda España en un sinvivir por culpa del coche que no ha terminado de pagar, ese que está sin usar desde el comienzo de la alarma. ¿Aguantará la batería para cuando volvamos a arrancarlo? A Ambrosio también le preocupa el estado de sus vehículos, pero con más fundamento: todos los días se ocupa de que la flota de Cruz Roja en Guadalajara esté en las mejores condiciones, bien limpia, sin que nada falte. Cuentan que Henry Dunant creó la Cruz Roja tras la batalla de Solferino y sus 40.000 muertos, en el siglo XIX. Nosotros, en pleno siglo XXI, llevamos 10.000 caídos… y subiendo. Ambrosio nunca tendrá tanta fama como el fundador, pero créanme si les digo que este voluntario y todos los que están a su lado son, en este día, mucho más necesarios. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Héroes Ánonimos
Javier Martínez Gironés es el jefe accidental de la Comisaría de Guadalajara. A su mando están todos los agentes que se están desviviendo por cumplir con un trabajo exigente que se hace aún más duro en unas condiciones tan complicadas como las actuales. Gironés mantiene, al mismo tiempo, su antiguo cargo de jefe de la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras. A sus 59 años tiene visto casi de todo y de todos los colores. Desde que un ancestro se bajó del árbol y echó a correr, erguido por la sabana, llevamos millones de años dando tumbos por este planeta sin saber nunca el porqué y casi nunca el para qué. En lo que sí nos hemos dado buena maña ha sido en poner barreras al que no fuese de nuestro clan, de nuestro pueblo, de nuestra provincia, de nuestra Patria (con mayúscula o con minúscula muy minúscula) o de nuestra religión. Está bien que haya quien nos proteja, a veces incluso de nosotros mismos. Las fronteras no existen para el virus. El inspector lo sabe. Otros, todavía tienen que aprenderlo y aplicarlo. Nadie sabe aún cómo. ©Nacho Izquierdo
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Ases del Coronavirus
¿Qué futuro le espera a un joven de 23 años después del coronavirus y en España? Pocos podrían asegurarlo, ni en plazos ni en certezas. Lo único que tenemos es presente y se nos convierte en pasado a cada brazada que damos para seguir a flote. Por eso es tan importante estar, sin esconderse. Los “gilets jaunes” de la rabia francesa son aquí los chalecos naranja del compromiso con Protección Civil. Las canastas de baloncesto no esperan un triple, sino futuros abrazos, cuando podamos darlos. O una palmada en la espalda. O el simple gesto de dar la mano, abierta y extendida con franqueza. Y sin embargo, el futuro está en las manos cerradas, atrapado entre los puños, para que no se escape. Tiempos extraños estos a los que Daniel mira de frente. ¿El trabajo del futuro? Importa menos que su trabajo hoy, en el presente. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus
Hay pocas cosas más tristes que un colegio sin niños. En Guadalajara, a los pasillos callados del “Badiel” les nació pronto el bullicio de adaptar el gimnasio para dar un techo provisional a los que no tienen ninguno. A quien no le cabe la tristeza en la cara es a María, cuya sonrisa pugna por salir de la mascarilla hasta llenar el aire sin siquiera asomarse. María, en su treintena, es más jovial que muchos viejos adolescentes. Si Benedicto XVI la viera así, confiaría un poco más en que algún día se haga posible algo de lo que escribió en la encíclica “Caritas in veritate”, la caridad en la verdad. Sería hacer posible un mundo nuevo. O quizá es que esté empezando ya un nuevo mundo, ese que María lleva en ofrenda, dentro de una caja. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus
Nuestra salud está en sus manos, envuelta en el cartoncillo de un envase. Hasta ahora ir a la farmacia era como acudir a Delfos, donde el oráculo: a cambio de unas monedas creíamos asegurarnos nuestro futuro, librándonos de la enfermedad. Y el oráculo nos hablaba con buenas palabras, mientras nos daba las vueltas. Hoy, ese oráculo llamado Marisol enhebra jornadas agotadoras tras jornadas agotadoras, pero ahí sigue. Su voz nos llega amable, velada por la mascarilla. Ella y nosotros, juntos, confiando en la providencia: ¿cuándo estará el fármaco que hemos pedido? De las mascarillas, ni hablemos. Esas no llegan. En los anaqueles se alinean todas nuestras esperanzas, que cogemos de su mano. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus
Oír en la calle la sirena de un camión de bomberos nos hace dudar a todos. Por un momento, nos aferramos al niño que fuimos y queremos echar a correr detrás de ellos, a ver qué pasa; al tiempo, adultos como somos, tememos por la desgracia que ha ocurrido. En alguno de esos camiones puede ir Julio o cualquiera de sus compañeros, a los que han prometido últimamente nuevas instalaciones. En realidad, son coleccionistas de promesas incumplidas. Como todos. Pero nada de eso importa en estos días, en los que al uniforme le han asomado unos guantes azules de látex. Desde el parque de bomberos se ve el cementerio de la ciudad, donde siguen entrando muchos de los nuestros. Entre la vida y la muerte están ellos, metáfora permanente en días de pandemia. Para salvarnos, si fuera necesario. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus. ©Nacho Izquierdo
A Mozart, con ser Mozart, lo enterraron en una fosa sin lápida ni nombre en la Viena de un lluvioso diciembre de 1791. Para que la muerte no prolongue el drama, en la Guadalajara de 2020 los hay que se afanan, desde el alba, para que el cementerio municipal acoja como Dios y el Consistorio mandan a los que van falleciendo. Los muertos son nuestro fracaso y nuestro más íntimo dolor pero que nadie se olvide de que en estas semanas, entre las cruces y los mármoles, ha habido quienes han cumplido con ellos incluso mucho más allá de su obligación. No cabe un solo nombre para tanto esfuerzo. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus
Aquellos malos tiempos amenazan con presentársenos ahora en la memoria como el colmo de la felicidad. Durante años, el sector del transporte sanitario ha vivido convulsiones constantes, quejas laborales, adjudicaciones cuestionadas … La barahúnda de entonces contrasta con el silencio de la ciudad, hoy.Y en medio, trabajadores como Domingo, sin tiempo más que para llegar a destino cuanto antes. En su manga izquierda luce tres banderas: la de la Comunidad Autónoma que le paga, la del país donde nació y la de una Unión Europea más desunida que nunca. Con Domingo a punto de sentarse en su ambulancia no hay duda del camino que tenemos que emprender: vivir el hoy para tener un mañana, sin regodearnos en el pasado. A poder ser, para alcanzar un futuro sin tantas sirenas de ambulancia gimiendo por las calles. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus
Ha tenido que venir el coronavirus para que muchos descubran el comercio que tenían en la esquina. Begoña ya estaba allí, ante su pantalla y su mínimo teclado. Antes y ahora, da los buenos días con entusiasmo. En la escena sólo son nuevos los guantes y la mascarilla. Y el cansancio acumulado. Y alguna sombra que de vez en cuando se dibuja en su mirada. Con la misma aplicación del que marca los precios, las ofertas y las promociones en el limitado universo de una etiqueta, avanzando un poco más cada día contra la epidemia, llegará el día en que se nos abra el horizonte y nos descubramos mejor de lo que éramos. Bajo el sol y en plena calle. En ese momento, seguro que Begoña sonreirá satisfecha, mientras te da las vueltas. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus
El kiosco de Emilio es un abigarrado mundo de papel meticulosamente ordenado. Entre esos brazos abiertos de metal cabe de todo: desde el penúltimo cotilleo al artículo más bilioso, pasando por el coche que vaya usted a saber cuándo compraremos o la receta que le encargaremos a la abuela, aunque sea por teléfono. Durante el confinamiento los periódicos y las revistas siguen esperando al sol que alguien rescate sus palabras y sus fotos. Este kiosquero sabe lo mucho que cuesta ordenar ideas, frases y artículos en el marco impertérrito de una página. Por eso trata cada publicación con el respeto que la historia cotidiana les va negando, arrasados por lo digital. Por eso es importante seguir allí, al lado de por donde anduvieron “Pepito” o el pipero, en el centro de la ciudad y de nuestros recuerdos. Resistiendo. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Héroes Ánonimos
Durante dos siglos, esperar al cartero era lo más importante del día para quien tenía algún ausente. Dentro de un sobre, entre las letras redondillas de la caligrafía pulcra de otros tiempos, se deslizaban penas y alegrías hasta el fondo del buzón o por debajo de la puerta de casa. Hace años que sólo llegan facturas, si es que aún llegan. A los carteros que iban en bicicleta por pueblos y aldeas ya no se les recuerda. A los de nuestros días, amenazan a cada poco con mandarlos a la calle, no para que repartan cartas sino para dejarlos en el paro. Por eso es un orgullo tener a Patricia frente a nosotros, aunque sea parapetada detrás de su mascarilla: ella es más fuerte que las circunstancias. Su lección es ella misma. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Héroes Ánonimos
A Juan José Sanz le ha costado 53 años llegar a ver desde la atalaya de su pescadería una situación tan excepcional como pocas se han podido padecer en el mundo. A cualquiera de nosotros nos ha costado también toda la vida llegar hasta este día. Los jureles, las pescadillas o los congrios miran sin ver, expuestos entre el hielo. Los ojos de Juan José, en cambio, arden de ganas, chispean optimismo, justo por encima de la mascarilla que se ha convertido en parte de su indumentaria cotidiana. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus. ©Nacho Izquierdo
Al periodista le habría gustado conocer la historia de ese pañuelo rojo que asoma en el cuello de nuestra enfermera. Lo dramático está alrededor, salpicando toda la imagen: los tubos, con sus muestras; los guantes imprescindibles; las batas, a veces escasas; la gafa sobre las gafas, la eterna mascarilla… Y todo con la ambulancia de fondo, como la escenografía alucinada de una tragedia. Pero el periodista se agarra al rojo del pañuelo, al propio pañuelo. Lo que ese trozo de tela evoque es solo patrimonio de ella, pero la vuelta a la normalidad que encierra con su sola presencia ese humilde trozo de tela tiene que ser de todos. Ya han caído demasiados. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Héroes Ánonimos
Cada día, a las ocho de la tarde, los niños se aupan a las ventanas o saltan en los balcones porque saben que a esa hora, con puntualidad, verán llegar ululando las sirenas de los coches patrulla. Pueden ser policías nacionales, locales o guardias civiles… No es ni siquiera el final de la jornada, sino sólo un punto y aparte, de unos días agotadores. Ella, como todos sus compañeros, intenta estar en todas partes para que todo esté en orden. Ayudar, asistir, prevenir… y tratar de no enfermar, para seguir estando. La carne hecha acero. ©Nacho Izquierdo
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Ases del Coronavirus
Primer acto: Esta mujer parece poquita cosa debajo del rígido plástico del impermeable, tan amarillo que lo diagnosticaríamos de ictericia si no fuera un objeto inanimado. Quien le da vida y razón es ella, cuando la mancha amarilla se convierte en un huracán que atiende sin cesar a los enfermos de Marchamalo, hasta que le aguante el cuerpo. Pronto saldrá de dudas, porque espera en el Hospital el resultado del test que diga si el coronavirus ha hecho presa o aún tiene indulgencia. Muchos otros han caído, en esta disparatada vorágine en que se han convertido boxes, pasillos, salas y un país entero.Segundo acto: Mamen es mucha Mamen y sigue su camino, jalonado de momentos que habrá que intentar olvidar. Nosotros no lo haremos con su imagen: quisiéramos ser esos ladrillos que la sujetan, para que se apoye en nuestra inmovilidad y darle fuerza. Y que los ladrillos hablaran y dijeran, por nosotros, la única palabra posible: Gracias. Coda final: Gracias a todos, de todo corazón, a todos y cada uno de los que salvan vidas en España arriesgando las suyas. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus. ©Nacho Izquierdo
Por muy importante que sea el coronavirus en nuestras vidas, aún no existe para el diccionario de la RAE. Allí donde se ordenan alfabéticamente todas las palabras que nos permiten expresar nuestro pensamiento en español, el COVID-19 todavía no tiene cabida. No tardarán mucho en remediarlo los señores académicos. En nuestro idioma, que es también el de Marian, “barrendero (o barrendera) es la persona que tiene por oficio barrer”. Sin más acepciones. Sin los matices peyorativos que en tiempos tuvo. Dejar las calles impolutas con los vecinos confinados es un signo de esperanza, además de una obligación del oficio. Barrer de nuestras cabezas los prejuicios es un reto de cada cual, más complicado. Otra asignatura pendiente de aprobar para cuanto todo esto pase. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus
Con una barra diaria de pan hizo Francisco Umbral todo un universo de artículos de Prensa que algunos aún recuerdan. Era su rutina (ficticia) para citarse con el lector cada mañana. Con el pan en bandolera, “Covi” nos entrega desde el mostrador mucho más que harina, levadura y sal. Junto al pan nuestro de cada día acompaña simpatía y afecto en mayores cantidades de las que nunca podrán caber en los limitados márgenes de una barra. Y sin embargo, caben. De paso, si se pasan, aprovechen y llévense un manojo de espárragos de Guadalajara, que esta temporada terminarán por ser objeto de lujo para quienes saben paladear la vida. Dicen que no hay quien los recoja. Avisados quedan. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus
Buena parte de la plantilla de Alsa en Guadalajara está formada por conductores veteranos, acostumbrados a haber visto de todo y a encontrarse en sus vehículos casi cualquier cosa. Desde hace mucho también se pusieron al volante en esta ciudad mujeres capaces y sin cuotas, que pronto supieron lo que es lidiar con las cuestas de la capital y con sus coches. Pedro, desde su exultante juventud, está haciendo un curso acelerado de experiencias. Nada de lo que le rodea es normal: ni los guantes, ni la mascarilla ni el recorrido sin apenas viajeros y sin casi nadie esperando en las paradas. Llegarán tiempos en que cumplir el horario marcado será más agobiante, por complicado. Pero todo será más fácil para él y para nosotros. Solo tenemos que llegar juntos, para poder recordarlo. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus
Todo está en sus ojos. Por debajo de las cejas bien perfiladas, Laura te mira. Con el cuerpo ligeramente ladeado por el peso de la mochila, en trance de seguir dando presión con la manivela, empuñando el difusor con desinfectante, bajo el blanco impoluto del mono de protección… Laura te mira. A poco que te quedes viéndola en este instante congelado dudarás si en sus ojos hay más de preguntas que de respuestas. ¿Cómo saldremos de esto? Lo empezaremos a saber cuando a los ojos de Laura le acompañe libre su melena con reflejos y un viento nuevo nos alcance a todos. ©Nacho Izquierdo
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Ases del Coronavirus
Mucho antes de que Marta naciera, España se sentaba para ver en la televisión una famosa de serie de policías. Como aquí el inglés siempre nos ha sido extraño, alguien tradujo el título original , “Hill Street Blues” (Los azules de Hill Street) por un mucho más poético “Canción triste de Hill Street”. Muchos aún lo recuerdan. Hoy todos vivimos nuestro blues cotidiano, le ponemos todo el soul que podemos y ya desearíamos pasar al funky en cualquiera de sus variantes. A la agente Merino, la “blue” de nuestra historia, se le descuelga una coleta rubia que rompe la rigidez uniformada a la espera de que sea posible volver a reconvenir al que aparca mal. Será el síntoma de que la enfermedad ha remitido y que ya es momento dejar de preguntar a los escasos viandantes a dónde van. ¿A dónde vamos todos? Solo sabemos que lo hacemos tarareando nuestra canción triste, un blues a la española que nunca olvidaremos. Marta, la agente Merino, estará ahí, cuando nos recompongamos. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus
A cara descubierta se nos planta Amador entre sus tesoros y eso ya de por sí bastaría para conmovernos en días como estos, en que hasta las mascotas llevarían mascarilla si sus dueños pudieran. Nos mira desde el Mercado de Abastos, ese que andaba agonizante mucho antes del coronavirus y que con la pandemia se ha convertido en un reservorio de esperanza. Ante semejante panoplia de colores y aromas uno solo puede desarmarse de pesimismos y confiar en que hay vida más allá de nuestros miedos. Y comprar lo que nos tiente, hincarle el diente, saborearlo, paladearlo, disfrutarlo, alimentarnos de nuestros recuerdos y de los sueños incumplidos. En eso está Amador cada día, tranquilo y a cara descubierta: en servirnos futuro, tras pesarlo en su báscula. ©Nacho Izquierdo
Los Héroes del Coronavirus en España
Ases del Coronavirus. ©Nacho Izquierdo
Para ser médico en España hay que tener una vocación a prueba de obstáculos. Para serlo en un hospital en tiempo de pandemia hay que acreditar, además, unos redaños sólo comparables a los de enfermeras, auxiliares y celadores. Visto en el contraluz terrible del acceso a las Urgencias, el azul destaca tanto que sólo puede ser un símbolo. Y lo es, aunque nadie repare en ello. Para los griegos, este color no existía; tanto lo despreciaban que ni siquiera tenían una palabra para nombrarlo. En la Italia del siglo XII todo cambió: el carísimo lapislázuli empezó a usarse para Dios y para la Virgen, que se envolvió ya para siempre en los azules más preciosos. Algo de divino ha quedado en los pasillos hospitalarios: el color de la fidelidad y de la fe protege (no siempre lo suficiente) a los que mejor encarnan esas virtudes esenciales, como una religión laica que salva vidas hasta casi lo imposible. Laus Deo. ©Nacho Izquierdo
Nacho Izquierdo
Desde nuestras casas no se les ve, hasta que los necesitamos. Luchan contra el coronavirus desde su puesto, para que lo esencial no se pare en esta España abatida por la enfermedad y, a veces, la desesperanza. Su ejemplo nos da fuerza y también nos confirma en la certeza de que un día todo cambiará y volveremos a vernos en la calle, a abrazarnos y a ser todo lo que podemos ser. Sin máscaras. A corazón abierto.
Cuando empezó la cuarentena en España venía llegando de inaugurar la exposición “Exiliadas”, en el Museo de la Memoria de Santiago de Chile.
Sabía que tendría que hacer fotos para la agencia y me sentía un poco en la obligación de hacer algo, pero no como lo que hago para EFE, ya hay muchos compañeros haciendo fotos increíbles y con acceso a hospitales y otros lugares donde yo no podría conseguir los permisos.
Mi idea era algo más personal,local y cercano. Una serie de retratos con personajes (héroes locales) que cuando vieran la publicación, la gente se sintiera identificada.
Tenían que ser personas que siguieran trabajando para que los demás pudiéramos seguir con cierta “normalidad“ nuestras vidas, por ejemplo, un frutero o una policía, también voluntarios de Cruz Roja, costureras solidarias, etc.
No buscaba composiciones muy elaboradas,solamente planos americanos y una mirada directa a cámara, quería interactuar lo justo, que la foto saliera lo más fluida y natural posible.
Entonces escribí una lista de posibles candidatos, preparé la cámara, sólo con un objetivo, un 50mm f1.4 y con esto hice todas las fotos sin tener que estar cambiando objetivos, ni cargar con nada más que la cámara y los permisos de prensa.
Como medidas de precaución, tengo una máscara antigases que compré para cubrir las protestas en Chile y unos guantes que me regaló una doctora mientras le hacía las fotos.
Cada vez que volvía de hacer fotos lavaba toda la ropa, me duchaba y desinfectaba meticulosamente la cámara con alcohol.
Este proyecto aún está en proceso y cuando termine esta pesadilla, espero poder volver a hacer fotos con los protagonistas pero esta vez sin máscaras ni guantes y que podamos poner rostro a quienes nos ayudaron a superar esta tragedia.
Ignacio Izquierdo Patiño es un reconocido fotoperiodista, cuyas señas de identidad profesionales se podrían resumir en una sólida formación teórica, probada experiencia a nivel local, nacional e internacional, un compromiso inalienable con el reflejo de la realidad, su gran capacidad de adaptación a cualquier circunstancia, y el marcado compromiso social que imprime a muchos de los temas que aborda.
Chileno de nacimiento, lleva afincado en España y residiendo en Guadalajara desde hace 18 años, y ha desarrollado su labor a caballo entre los dos continentes. Así se formó en el país andino a finales de los 90, donde obtuvo una Diplomatura en Fotografía Periodística y Publicitaria. Sus primeros trabajos remunerados llegaron en Chile, a comienzos de los años 2000. Allí ha trabajado para el diario más importante del país, “El Mercurio”. Mientras, en España ha alternado trabajos estables en periódicos locales y regionales (“Nueva Alcarria”, “El Día de Castilla-La Mancha” o “La Calle de Guadalajara”) con colaboraciones habituales como freelance, publicando de manera frecuente en medios nacionales como el deportivo “Marca”, la Agencia EFE, o el diario “El País”, entre otros.
Nacho es un muy reputado especialista en el reportaje documental de corte social, tanto en el ámbito de la fotografía como en el del vídeo. Es precisamente en esta faceta, el uso de la imagen como herramienta de denuncia y concienciación, en la que sus trabajos han recibido numerosos galardones. Entre ellos cabe destacar el 59º y el 60º Premios “Abeja de Oro” de la Agrupación Fotográfica de Guadalajara; el Premio al Mejor Documental del Festival de Cine de Collado Villalba; el Primer Premio “Luz contra el racismo” de la organización SOS Racismo Madrid; el Premio “Mundos Invisibles” de la Universidad de Burgos; el Primer Premio del Concurso “Paremos la pobreza” de la ONG Pobreza Cero; el Primer Premio del Concurso “Trabajo, ciudadanía e inmigración” convocado por Comisiones Obreras; o el premio de la “Beca ESCO Al Andaluz PhtoFest”, entre otros. También ha sido finalista en otros prestigiosos certámenes como el “Sin fronteras” de la Alliance Française de Madrid; la Beca LENS de Fotografía, el XII Concurso de Fotografía FIAP, o el Concurso Internacional de Fotografía “Rapa das bestas”.
Entre sus trabajos recientes de fotoperiodismo más laureados y reconocidos destacan proyectos en los que ha participado de modo muy destacado, como el reportaje “Luchando por la dignidad”, que aborda las dificultades de las personas dependientes; el reportaje “El Gallinero”, sobre el mayor poblado chabolista de Madrid, o el reportaje “Rapa das bestas”, sobre la mítica fiesta gallega. Muchos de estos trabajos han sido objeto también de exposiciones al público.
Además de estos trabajos eminentemente periodísticos, Nacho Izquierdo también acumula una probada experiencia en otros ámbitos de la fotografía y la imagen, como la publicidad, la fotografía institucional, el documentalismo, o el soporte técnico de imagen y sonido en eventos y espectáculos. Así, ha trabajado para instituciones como el Archivo Histórico de la Imagen y la Fotografía de Guadalajara, gabinetes de prensa, productoras televisivas y cinematográficas, agencias de publicidad, o estudios de arquitectura, entre otros.
Equipo Fotográfico:
– Cámara: Nikon D4
– Optica: Nikon 50 mm f/1.4
Sitio web: http://nachoizquierdo.photoshelter.com
Instagram: nachoizquierdo
Twitter: @nachofotos
Facebook: https://www.facebook.com/Nacho-Izquierdo-203881859778935