Disparos en la Ciudad Prohibida
Disparos en la Ciudad Prohibida
Ricardo Carrasco
Debía viajar a China para el lanzamiento de una exposición itinerante con mis fotografías de la cordillera chilena. Esto involucraba no sólo entrevistas de prensa donde se me preguntaba acerca del contenido puntual del material, sino sobre todo largas reuniones protocolares con diplomáticos chilenos, directores de los centros culturales y decanos de las universidades donde se montaría la exposición -la altura de los caballetes era un tema candente donde una decena de agentes debían ser consultados-. Entrábamos aquí de lleno en el mundo y concepto chino de «miànzi» (面子), que se refiere a una comprensión cultural del respeto, el honor y la posición social. Las acciones o palabras que son irrespetuosas pueden hacer que alguien «pierda la cara», mientras que los obsequios, premios y otras acciones de respeto pueden «dar la cara». Todo indicaba que este visitante extranjero tenía mucha cara que repartir.
La inauguración en la primera sala sería en el distrito pekinés de Chaoyang y las entrevistas y reuniones se sucedían una tras otra, día tras día. El centro cultural era imponente, incluyendo un teatro de alta capacidad y una amplia sala de exposiciones. Algo imposible de pasar por alto eran las paredes de la sala que clamaban por una urgente mano de pintura, pero todos inexplicablemente hacían caso omiso (Exacto: alguien hubiera “perdido la cara”).
Viajar a un destino exótico es siempre inquietante y desafiante, no sólo por los cambios alimenticios, horarios o la dinámica propia de las ciudades y su gente. Los días de primavera china habían tocado inusualmente despejados en un año donde la calidad del aire era abismante.
Como fotógrafo me preocupa la luz y no siempre es posible manejarla como si estuviéramos en condiciones controladas, sobre todo si lo que buscamos son los retratos.
En estos casos debemos observar y entender el entorno y dónde la luz (que es la Madre de la fotografía y no los equipos) se refleja, difracta, rebota, difunde, etc. Entonces, en una ciudad enorme y cubierta de espejos como Beijing, con muros descomunales, planos, interminables y de concreto, espacios públicos infinitos y días mayoritariamente nublados donde aparece un sol esporádico -el que al menor atisbo va a dar con fuerza a algún ventanal provocando cambios drásticos en nuestro sujeto-, resulta importante ver dónde y qué queremos fotografiar. De este modo logramos poner a nuestro favor los elementos arquitectónicos propios de cada lugar para enriquecer nuestras imágenes.
La oportunidad de fotografiar en Beijing finalmente se presentó una mañana muy temprano, donde no tardé en perderme en el tren subterráneo para salir a la superficie en Tiananmen Dong Zhan, la expansiva plaza frente al palacio real construido en 1420 y conocido como La Ciudad Prohibida. La temperatura subía rápidamente a estas tempranas horas y la luz golpeaba duro contra el pavimento, de modo que los grupos de turistas ya desplegaban coloridos paraguas para protegerse del sol.
La mayoría de los visitantes eran viajeros venidos de otras regiones del enorme país. Para ellos, pertenecientes a diversos grupos étnicos y hablando en sus propios dialectos, era yo, aquel hombre caucásico, una curiosidad a la que no estaban acostumbrados, por lo que se me acercaban con una sonrisa amable para retratarse conmigo. Yo, a su vez, me dispuse a retratarlos.
Las personas retratadas eran personas comunes, pero estaban en una actitud muy positiva y contemplativa (lo que llamo la actitud de “haber llegado”), algo tan importante como la luz que yo buscaba.
Eventualmente me instalé en uno de los grandes pórticos del palacio, con su enorme portón rojo, nada menos que el famoso y ancestral “rojo chino”, código hexadecimal #AA381E que el catálogo de pinturas Sherwin-Williams llama simplemente SW0057 pero que en la cultura china representa la felicidad, el éxito, la buena fortuna, y al país mismo.
Pedí a las personas que iban circulando, -parado en la entrada del largo corredor- si podía retratarlas contra el pórtico y fue fantástico, ya que todas accedían de muy buena gana y en condiciones lumínicas inmejorables. A mi derecha tenía un gran “softbox” natural que difuminaba las altas luces que molestaban por lo intensas. A mi izquierda y lejano, el otro extremo del pasillo abovedado por donde un chorro de luz llegaba suave y difuso sobre el lado derecho de mis sujetos a fotografiar. También, en mi espalda, tenía la otra hoja de la puerta imperial, con sus semiesferas de bronce que reflejaban la luz produciendo sutiles detalles de relleno en el sujeto. La piedra gris de todo el corredor ayudó a evitar reflejos incómodos, dándome un gris medio perfecto, zona V.
Biografía:
Ricardo Carrasco es un fotógrafo y autor dedicado a documentar temas relacionados con la naturaleza, los viajes y los pueblos ancestrales. Sus artículos se han publicado en: National Geographic Magazine, Traveller (Ukla), Navigator Magazine, GEO, The New York Times, Americas Magazine (OEA) entre otras. Ha expuesto en China y Chile y ahora gestiona su banco de imágenes con miles de transparencias y digitales.
Trabaja en la actualidad en su libro Isolated World, que en su primera versión será sobre Chile y luego sobre México, Perú, Bolivia, Brasil, Argentina, Canadá y otros lugares que ha visitado.
Equipo Fotográfico:
– Cámara: Canon 5D Mark II
– Lentes: Nikon 55mm micro Nikkor 2.8, Canon 24-105mm f4
Sitio Web:
rcsphoto.net