Pedro Armestre, fotógrafo social y medioambiental
Pedro Armestre, fotógrafo social y medioambiental
Pedro Armestre, fotógrafo social y medioambiental
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Pedro Armestre, fotógrafo social y medioambiental
Pedro Armestre, fotógrafo social y medioambiental
Pedro Armestre, fotógrafo social y medioambiental
Pedro Armestre, fotógrafo social y medioambiental
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Pedro Armestre, fotógrafo social y medioambiental
Pedro Armestre, fotógrafo social y medioambiental
Pedro Armestre, fotógrafo social y medioambiental
El experimentado fotógrafo español nos relata sus inicios como autodidacta, su paso por las grandes agencias fotográficas y las razones que lo llevaron a trabajar como freelance.
Por Nacho Izquierdo
¿Cómo nace tu pasión por la fotografía?
Cuando era joven, encontré un libro sin tapas en el Rastro madrileño que me llamó. Comencé a leer y decidí construir una cámara estenopeica con la que aprendí la magia fotográfica de un modo muy elemental. Los moldes de los bizcochos de mi madre se convirtieron en las cubetas de revelado y un cristal me permitía por contacto, al encender la luz rápidamente, obtener el positivo de la imagen tomada. Esa cámara aún esta en casa y en ella guardo las fotografías más preciadas, que no son precisamente profesionales. Algunas imágenes con amigos y familia tomadas inicialmente con la cámara de mis padres y después con otras muchas.
¿Durante tu larga trayectoria como profesional de la fotografía cuáles han sido los momentos más gratos y más dolorosos?
En breve cumpliré 30 años dedicado profesionalmente a la fotografía. Indico fotografía a secas porque comencé en el laboratorio de Europa Press donde aprendí revelando las imágenes de otros hasta que Chema Clares, que era el jefe de fotografía, me dio la oportunidad para empezar a tomar mis propias fotografías.
la cámara fue siempre la llave maestra para acceder a cientos de experiencias únicas
Aquel inicio fue el sueño buscado hecho realidad que posteriormente no ha dejado de crecer. He vivido grandes momentos, viajado por lugares remotos del planeta y la cámara fue siempre la llave maestra para acceder a cientos de experiencias únicas. He descubierto un mundo inaccesible para mucha gente y eso es de agradecer.
Me quedo con la gente que he conocido, hasta con el más malo, del que he aprendido hacia donde no debo ir. Es una profesión de enriquecimiento constante y las imágenes posiblemente no representan un 10% de lo que esta profesión te proporciona. Por otro lado, he tenido momentos muy desagradables, accidentes y encontronazos que me han hospitalizado en varias ocasiones. Son momentos para analizar, reflexionar y avanzar. Hoy no cambiaría ninguno de ellos. Soy lo que esas cicatrices y alegrías me han facilitado.
Después de trabajar muchos años como fotógrafo para una agencia, decidiste renunciar y continuar como freelance. ¿Qué es lo que te motivó a tomar esta decisión?
Excepto los dos primeros años contratado en Europa Press nunca más he tenido contrato, y pasado un tiempo entendí que tampoco era adecuado para mí rebeldía ese modelo laboral. Desempeño mi profesión de manera totalmente independiente y exclusivamente quiero y trabajo para entidades o medios a las que pueda proporcionar algo más que imágenes. Es lo que llamo valor añadido. Me gusta conocer todas las necesidades y aportar ideas creativas que intento transformar en poderosas fotografías.
En la agencia France Presse, para la cual realicé coberturas durante 12 años, me encontré muy cómodo y agradecido por la oportunidad. Un día todo se complicó al recibir una carta en la que solicitaban que renunciáramos a todos los derechos remunerados de nuestras imágenes y comenzó una negociación que se alargó casi tres años y finalizó con la retirada de 25.000 fotografías su archivo tomadas por mi y la correspondiente indemnización por los daños ocasionados repetidamente durante años.
El modelo económico de las grandes agencias es destructivo para los fotógrafos y decidí alejarme. Algunos compañeros decían que me estaba cerrando puertas y las puertas están mejor cerradas si las condiciones son leoninas para la continuidad de la profesión. Hoy, pertenecer o distribuir como profesional independiente a través de la mayoría de grandes agencias te facilita nombre y publicaciones en medios a los que nunca llegarías por tus propios contactos, aunque también eliminan derechos básicos, adquiridos y protegidos, aquí en España, gracias a la Ley de Propiedad Intelectual que neutralizan presionando con contratos de colaboración entre las partes donde el fotógrafo siempre pierde. No quise ser partícipe y me retiré dejando libre el camino.
¿Cómo describirías el trabajo que realizas y crees que éste cumple una labor social?
Me encuentro, desde hace años, en una fase divulgativa especializada en temáticas medioambientales y sociales, y no solo con la fotografía. Incorporé el video y el discurso narrativo a mis propuestas. El periodo en el que trabajé como fotoperiodista ha evolucionado. Tampoco me sentía bien intentando ser honesto con mi trabajo y que este fuera transformado o manipulado por la línea editorial del medio que lo publicara. Hoy, para ceder los derechos de publicación de una imagen necesito saber en qué contexto se va a publicar, no todo me vale.
En tus últimos trabajos podemos encontrar una cobertura de 24 horas en un hospital de campaña en Madrid durante la pandemia, ¿nos podrías contar cómo fue esa experiencia?
Mi cobertura sobre la pandemia ha sido discreta. Realicé dos grandes coberturas: quince días después del comienzo del confinamiento viaje en una burbuja de protección, una caravana, por toda la geografía española. Fueron 12000 kilómetros documentando las distintas fases del confinamiento por todo el territorio español. Una gran experiencia y oportunidad única el viajar en aquel momento en el que nadie podía moverse.
Posteriormente, El País Semanal solicitó mi tiempo para documentar el gran hospital de campaña del pabellón cinco de IFEMA. Esa cobertura, se convirtió en exclusiva, ya que fuimos los únicos que accedimos y permanecimos en las instalaciones durante toda una maratoniana jornada con total libertad de movimiento y acceso a los pacientes sin ningún impedimento. En aquel momento desconocíamos todo aún, teníamos miedo, las precauciones para trabajar eran muy altas y eso dificultaba el trabajo aunque el reto fue enorme y la tremenda dedicación de quien en aquellas instalaciones trabajaba en la asistencia médica me reconvenció ante la necesidad de proteger la sanidad publica. Tremendos profesionales tenemos, y muy maltratados.
¿Cuáles son tus cámaras, objetivos favoritos y por qué?
En 2013 busqué la comodidad de cámaras pequeñas que permitieran la calidad y comodidad de mi mirada. Opté por la serie X de Fujifilm y desde entonces me mantengo con ese sistema, exceptuando algunas fotografías tomadas con cámaras analógicas que están más orientadas hacia series de fotografía de autor en la que avanzo discretamente.
Mis herramientas ideales son una pequeña X-Pro 2 con un 27mm, la XT4 con un 28-80mm f4 y un 50-140mm 2.8 que apenas sale de la bolsa pero que debo llevar conmigo para algunas tomas El resto son filtros de densidad neutra, una X-T2 de reserva, micrófonos, trípode que uso muchísimo y cachivaches varios.
Puntualmente trabajo con una GFX100S y los objetivos GF 50mm f 3.5 R LM WR, GF 32-64mm f 4.5 R LM WR; es una cámara rápida con la que consigo una fotografía meditada y que me permite pensar más antes de disparar. Esa sensación optimiza mi fotografía. Su sensibilidad para captar me ha permitido trabajar en condiciones muy adversas con resultados brillantes. Es interesante observar las relaciones iso-obturación en las imágenes captadas para comprender que esta cámara se puede adaptar eficientemente a todas las situaciones.
Menos es más y trabajar ligero es un plus añadido para mis desarrollos fotográficos. No debo ser muy rentable para las marcas porque no soy de los fotógrafos que buscan la última novedad. Si el martillo funciona y es bueno trabajo con él hasta que se rompa el mango.
¿Qué fue lo que te hizo tomar la decisión de cambiar a Fujifilm?
Principalmente reducir tamaño y peso sin pérdida de calidad. Tal vez fui pionero al introducir esas cámaras para mi trabajo diario. Hoy ya hay muchos compañeros que han dado el paso.
Tu vinculación con distintas organizaciones como Greenpeace o Save the Children realizando diversos trabajos, ¿te han hecho ver el mundo de otra manera?
Por supuesto que sí. Salir de nuestro ámbito de confort te proporciona puntos de vista muy dispares, enriquece la mente y el alma. Hoy me siento bastante raro en el mundo en el que vivo, también proporciona esas cosas el conocer otras realidades, readapto mi vida hacia un modelo cuanto más sostenible mejor, intentando minimizar mi impacto y huella e intentando empatizar incluso con el opuesto. No siempre es fácil aunque considero que es la única fórmula para vivir en paz y nutrirnos unos a otros. Hoy existe demasiada confrontación, imposición de pareceres y son cuestiones que no comparto aunque intento comprender. Viajar, que no es hacer turismo, te aproxima a la realidad del mundo. Solo el 12% de la población humana mundial vive como nosotros, como los que pertenecemos a los supuestos países desarrollados. Digo supuestos porque el desarrollo para mí no es crecimiento económico y de valores y empatía este mundo desarrollado carece bastante.
¿En qué proyectos estás trabajando ahora?
Estamos en la fase de montaje de un documental que se ha grabado en verano sobre la problemática de los incendios forestales en España que se acrecentó tras el éxodo rural y la llegada de los combustibles fósiles. Esperamos presentarlo en primavera. Sé que en Chile también tenéis grandes problemas con los incendios forestales y en cualquier momento saltaré el Atlántico para comprender la problemática que posiblemente aunque similar tiene muchos nuevos matices. Trabajo en el desarrollo creativo de ideas para proyectos de 2022, que son continuación de los que estoy desarrollando, y he trasladado mi taller y almacén de exposiciones a lo que denominan la España vaciada, porque mi intención es trabajar allí y que se llene un poquito.
En España más del 80% de la población se concentra en las grandes ciudades que suponen una superficie del 15% del territorio nacional. Me interesa mucho ese camino. Es una evolución de mi carrera orientada a la divulgación social y medioambiental en ámbitos rurales para movilizar mediante becas a profesionales que comienzan en la fotografía y estudiantes aventajados. Lo que más eché de menos en todos estos años, y sobre todo en mis inicios, fue que algún profesional asentado me explicara cómo desarrollar un proyecto, financiarlo y materializarlo.
Deseo aportar las herramientas y acompañar a quien tiene dudas para cumplir sus sueños fotográficos. Es un proyecto muy extenso donde busco involucrar a profesionales de otras disciplinas e intercambiar conocimiento para crecer juntos. Regresar al rural, aunque sea inicialmente por temporadas, permite que esa España vaciada se convierta en un valor añadido, muy presente siempre en mi filosofía.
¿Tienes algún referente en la fotografía actual?
Sí, mis compañeros fotógrafos que se desviven por salir adelante con valentía y mucho esfuerzo. Su pasión es desbordante y las trabas que encuentran inmensas. También tengo referentes conocidos aunque menos importantes, desconozco sus vidas.
¿Cómo te preparas para afrontar la temporada de incendios?
Cuando comencé a interesarme por los incendios forestales, y sobre todo por los esfuerzos de quienes se dedican a la extinción, descubrí que la osadía por desconocimiento podría causar consecuencias desagradables. Estudiar sus técnicas y estrategias me obligó a preocuparme por la seguridad para afrontar las coberturas, y la preparación física y mental para poder acompañarlos es una prioridad. He seguido sus pautas de entrenamiento para superar las mismas pruebas que ellos realizan. Dependiendo del operativo estas cambian y durante años me he presentado a las pruebas de capacitación física que ellos realizan para poder integrarse en los equipos de trabajo. Eso me ha permitido ser uno de los pocos fotoperiodistas aceptado y acreditado oficialmente para acompañar a las brigadas helitransportadas y a los operativos terrestres.
Debo ser consciente de cada movimiento que realizo en el monte. Hay lesiones que por muy entrenado que estés pueden ocurrir y una evacuación pone en riesgo tu vida, trabajo y la extinción. Soy metódico y hoy puedo decir que no arriesgo, aunque sí trabajo en situaciones complejas. Valoro las circunstancias puntuales en cada momento y he dejado escapar muchas imágenes por no superar los límites del riesgo controlado.
La prioridad siempre es la seguridad personal, que facilita la del grupo al que acompañas y seguidamente la extinción como fin. También he de reconocer que tras una hospitalización que tuve el 2017 y que arrastra secuelas hasta la actualidad no he conseguido recuperar la forma física que tenia en aquel momento. Por ese motivo, conociendo las limitaciones, extremo más que nunca las precauciones.
¿Qué nos puedes decir sobre las cámaras Fujifilm?
Trabajo con ellas desde hace muchos años y me olvido de que se encuentran en mis manos. Eso quiere decir que forman parte de mí, y si las olvido es porque son ideales para registrar y perpetuar mi mirada.
Equipo utilizado:
Cámaras: Fujifilm GFX100S, Fujifilm X-T4, Fujifilm X-T2, Fujifilm X-Pro 2
Ópticas: Fujinon XF27mm F2.8 R WR, Fujinon XF16-80mm F4 R OIS WR, Fujinon XF50-140mm F2.8 R LM OIS WR, GF 50mm f 3.5 R LM WR, GF 32-64mm f 4.5 R LM WR.
Instagram: @pedro_armestre