Entrevista por Ignacio Izquierdo
Héctor Retamal cubrió para la agencia internacional AFP el inicio de la pandemia en Wuhan (China). Recuerda que fue un proceso difícil, por el poco acceso que tenía a los hospitales y por no saber lo que realmente era este virus. En entrevista con CAPTION recorre esa experiencia y su trabajo como fotoperiodista, sus inicios en Chile, su paso por Haití y como eso marcó un cambio en su forma de ver el mundo.
¿Desde cuándo empieza tu trabajo cómo fotógrafo y cómo ha sido tu desarrollo hasta ahora?
Primero comencé mis estudios de Fotoperiodismo en el año 95 en el Instituto Alpes y en el 98 hice mi práctica profesional en el periódico La Tercera, en Chile. Allí cubría de todo, pero me gustaba mucho cubrir deportes, especialmente fútbol. Luego pasé por un montón de otros medios: El Mercurio, El Gráfico, La Hora, El Metropolitano, Revista Qué Pasa y, una y otra vez, por La Tercera y El Mercurio.
Recuerdo que a comienzos de 2010 ya tenía muy claro que deseaba irme de Chile para buscar trabajo en alguna agencia internacional de noticias. A fines de 2010 me fui a Haití y allí comencé a trabajar como freelance para AFP. Después de unos meses me dieron un contrato.
¿Cómo viviste la pandemia desde la zona cero, siendo el único equipo de una agencia internacional dando cobertura?
Recuerdo que a comienzos de enero ya escuchaba bastante sobre el virus que había en Wuhan y tras unas pocas semanas viajé a esa ciudad, exactamente el día que bloquearon la entrada y salida de personas. El día antes mi jefe me llamó para preguntarme si quería ir a Wuhan. De inmediato le dije que quería ir. Sabía que debía prepararme bien antes, así que le dije que iría al día siguiente.
Cuando ya estaba por llegar a la estación de trenes mis jefes comenzaron a llamarme para decirme que suspendamos la misión por el riesgo que esto implicaba, ya que no se tenía mucha información sobre el virus y lo peligroso que podía ser. Pero insistí en que debíamos ir y poder contar esta historia desde el mismo lugar. Les recordé que había estado en Haití cubriendo el cólera y que tenía la experiencia necesaria para cubrir una crisis sanitaria. Les dije que me podía cuidar bien, sin correr riesgos innecesarios. Finalmente, me llamaron una vez más diciéndome que estaban de acuerdo, que podía ir. Y así fue como pude llegar a Wuhan.
La primera impresión me la llevé en el tren, cuando una mujer se me acercó varias veces para pedirme que no fuera a Wuhan por el peligro que existía. La segunda impresión fue al llegar a la estación y ver que esta vez muy pocas personas bajaban del tren. Habitualmente en las estaciones ferroviarias, en otras provincias de China, baja una gran cantidad de personas y los trenes viajan casi llenos. Pero ahora muy pocas personas llegaban a la última parada que era Wuhan.
En esa estación vi personas desorientadas, intentando encontrar un taxi. Todo parecía irreal. Había estado en Wuhan dos veces antes para cubrir tenis y el mundial de básquetbol. Así que ya tenía una idea más clara sobre esta ciudad de 11 millones de habitantes.
Al comenzar la cobertura ese mismo día, 23 de enero, cuando la ciudad estaba cerrada, comenzamos a darnos cuenta de que no había nadie en las calles y muy pocos automóviles transitaban. Por esta misma razón nos fue muy difícil encontrar un taxi que nos pudiera llevar a las áreas que necesitábamos visitar.
Cuando ya pudimos llegar a algunos hospitales vi que había un gran número de personas esperando ser atendidas y muchas de ellas esperaban por largas horas, ya que los centros de atención médica estaban saturados. Mucha gente llevaba sus propias sillas para poder esperar.
En un hospital algunas personas me pedían ir al interior para mostrarme lo que realmente ocurría. Y esto fue algo que me hizo reaccionar y entender que algo grave estaba sucediendo, ya que no era normal allí que la gente quisiera mostrarle algo a un periodista extranjero.
En los días siguientes seguíamos intentando poder acceder a otros hospitales, pero era algo sumamente difícil. Un día tuvimos serios problemas con los guardias de seguridad de uno de ellos. Se pusieron muy agresivos e intenté calmarlos mientras sostenían a mis colegas. Por alguna razón a mí no me tocaron, o no quisieron tocarme. Así que les pedí que fuéramos a la policía, era lo más seguro para nosotros en ese momento. Allí podríamos estar más tranquilos esperando que llegara algún superior o autoridad que luego chequearía nuestras identidades y tal vez todo podría resolverse rápidamente.
Un par de veces llegó la policía por donde íbamos caminando para pedirnos que volviéramos a nuestro hotel, porque era peligroso estar en las calles, por el virus, decían.
Mirando hacia atrás creo que podría decir que cubrir el inicio de la pandemia en Wuhan fue sumamente difícil, por el poco o casi nulo acceso que teníamos y por no saber lo que este virus realmente era. En muchos lugares no podíamos estar y menos ingresar. Fue muy difícil.
Con mis colegas de AFP tomábamos fuertes medidas de seguridad durante la cobertura y cuando volvíamos a nuestro hotel.
¿En qué forma ha cambiado el trabajo de la foto de agencia desde que empezaste hasta ahora?
En mi opinión y en lo que me ha tocado vivir como fotógrafo de agencia durante estos últimos 12 años, la verdad es que no veo que haya cambiado mucho, sino más bien el trabajo de fotógrafo de agencia se ha ampliado, ya que desde hace unos años también hago video cuando puedo. Pero siempre mi prioridad son las fotografías.
Comencé a trabajar como fotoperiodista en el año 98 en Chile y viví la transición de pasar de lo análogo a lo digital, que fue un avance enorme para el desarrollo de esta profesión. Ya contando con estos avances, cuando ingresé a la agencia de noticias, el trabajo como fotoperiodista se hace cada vez más rápido. Muchas veces envío fotografías desde la cámara con ayuda del teléfono. Tomo una foto y en unos segundos podría estar siendo recibida por mi editor.
¿Qué consejos les darías a los jóvenes fotógrafos que se inician en el oficio y quieren presentar su trabajo en una agencia tan importante como AFP?
Lo primero que podría decirles es que deben insistir una y otra vez, y nunca darse por vencidos. Y lo digo por mi propia experiencia. Un día me fui a Haití sin ninguna certeza, pero f inalmente encontré trabajo allí. Arriesgarse con todo y sin miedo al final da frutos. A algunos rápidamente y a otros después de un largo camino. Por eso creo que no darse por vencidos es algo que define a las personas que finalmente Luego de quemar una bandera, manifestantes corean “Viva Putin, abajo los estadounidenses” en Puerto Príncipe, capital de Haitī, el 15 de febrero de 2019, durante las protestas contra el presidente haitiano Jovenel Moise y el mal uso del fondo PetroCaribe. ¿Cuáles dirías que son las fotos que te han marcado como profesional en toda tu carrera? Hasta ahora no tengo alguna fotografía que recuerde más. Esto es algo que regularmente me preguntan colegas y amigos. Pero hay situaciones en las que fotografié, que recuerdo por lo emotivo que fue el momento, todo lo que me alcanzan algo o algún sueño.
También desde mi experiencia creo que lo mejor para un fotógrafo que se inicia en el fotoperiodismo es intentar pasar por un periódico, creo que es la mejor escuela de fotoperiodismo. Y esto lo digo ya que fue allí donde aprendí todo realmente y en donde logré entender este trabajo.
¿Cómo vislumbras el futuro del fotoperiodismo?
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