por Alexander Stuparich
Seydou Keïta nació alrededor de 1921 en Bamako, capital de la República de Mali. Fotógrafo autodidacta, sus retratos ganaron una reputación de excelencia en toda África Occidental. Inventivo y muy moderno, su énfasis en los componentes esenciales de la fotografía de retrato luz, sujeto, encuadre establece firmemente a Keïta entre los maestros del género del siglo XX.
Las fotografías de Seydou Keïta retratan elocuentemente a la sociedad de Bamako durante su era de transición de una colonia francesa cosmopolita a una capital independiente. Inicialmente entrenado para seguir el oficio de carpintero de su padre, la carrera de fotógrafo de Keïta la inició en 1935 un tío quien le regaló su primera cámara, una Kodak Brownie Flash, que había comprado durante un viaje a Senegal.
Durante su adolescencia, Keïta dominó los desafíos técnicos del trabajo con la luz y la impresión. Luego de su período de aprendizaje inicial fotografiando a su familia, amigos y a los clientes de su padre, Keïta instala un estudio al aire libre en el patio de otra familia, donde alquilaba una habitación.
En la década siguiente compró dos cámaras más y en 1948 adquirió una cámara usada y con el obturador roto de 13×18 pulgadas. El formato más grande no solo ofreció un grado excepcional de resolución sino que también hizo posible que Keïta hiciera impresiones de contacto de alta calidad sin la ayuda de una ampliadora.
Principalmente iluminados por la luz del sol, todos sus retratos de 1949 a 1962 fueron tomados con esta cámara, que Keïta dominó quitando la tapa del objetivo durante un período de tiempo preciso para exponer correctamente la película. Por razones económicas, solo disparaba una toma para lograr cada fotografía.
Sus numerosos clientes se sintieron atraídos por la calidad de sus fotografías y su gran sentido de la estética. Muchos eran hombres jóvenes, vestidos con ropa de estilo europeo. Algunos clientes trajeron artículos con los que querían ser fotografiados, pero Keïta también tuvo una selección de ropa y accesorios europeos que puso a su disposición en su estudio. Las mujeres llegaban con túnicas sueltas que a menudo les cubrían las piernas y la garganta, y solo comenzaron a usar atuendos occidentales a fines de los años sesenta.
Para promocionar su negocio, aplicó el sello “Photo Keïta Seydou” en la parte posterior de las imágenes y contrató asistentes para que fueran en busca de nuevos clientes en el mercado y la estación de tren cercanos.
Por 1952 su estudio en Bamako ya era un negocio exitoso, consolidándose como retratista de renombre local. Sirviendo a clientes de élite y clase media, sus imágenes a menudo resaltan el estado socioeconómico idealizado o imaginado de sus modelos mediante la inclusión de accesorios: ropa y objetos cosmopolitas, radios, teléfonos, bicicletas, relojes, bolígrafos, motocicletas, y, a veces, su propio automóvil. Renovaría estos accesorios cada pocos años, lo que luego le permitió establecer una cronología de su trabajo.
Para formalizar el escenario al aire libre, Keïta empleó con regularidad fondos con patrones ricos que agregan movimiento y energía visual a sus imágenes. Usó un punto de vista bajo y una composición angular para resaltar expresiones faciales seguras y las posturas relajadas de sus clientes. Paralelamente a su práctica de estudio, Keïta visitó las casas de la gente para componer retratos y viajó a pueblos rurales para tomar fotografías de identificación.
El año 1960 es el fin de la era colonial para la región y Mali se independiza de Francia. Se establece un Estado unipartidista de orientación africanista independiente y socialista con fuertes lazos con la Unión Soviética, el que lleva a cabo una amplia nacionalización de los recursos económicos. El gobierno socialista recién instalado nombra a Keïta su fotógrafo oficial.
Keïta comienza a trabajar para el gobierno y su primera asignación consiste en tomar “fotos policiales” de los prisioneros en el cuartel general de policía. (Estas imágenes resultaron supuestamente destruidas en un incendio durante las escaramuzas de un golpe de estado). Mientras, el estudio queda en manos de su hermano Lacina, su hijo Mamadou y los asistentes Abdoulaye y Mouris. Empero, con el creciente deterioro económico y escasez de bienes y servicios propios del socialismo el negocio tambalea. Cuando Keïta se retira finalmente del estudio en 1977, su equipo había sido robado, lo que lo llevó a transformar el espacio en un garaje.
Seydou Keïta fue descubierto en Occidente en la década de 1990. Su archivo de más de 10.000 negativos fue saliendo a la luz gradualmente. En 1992, los fotógrafos franceses Bernard Descamps y Françoise Huguier junto al galerista André Magnin llegan a Bamako en busca de Keïta, cuyo trabajo había sido presentado sin identificación autoral en la exposición ‘Africa Explores: 20th Century African Art’ (1991) en el New Museum of Contemporary Art de Nueva York.
Al año siguiente, las fotografías acreditadas de Keïta son presentadas por primera vez al público extranjero por Huguier y Descamps en los Rencontres internationales de la Photographie en Arles, Francia. Posteriormente, Keïta realizó sesiones de moda para Harper’s Bazaar y el diseñador francés Agnès b, alcanzando el reconocimiento internacional. Su primera exposición individual tuvo lugar en 1994 en París en la Fondation Cartier. A esto le siguieron muchas otras en varios museos, galerías y fundaciones de todo el mundo.
El trabajo de Keïta ha aparecido en numerosas exposiciones, incluyendo el Guggenheim, Kunsthalle Wien, MoMA, Kunst Palast de Düsseldorf, Hayward Art Gallery de Londres, Centre Georges Pompidou y Johannesburg Art Gallery. Sus monografías incluyen Seydou Keïta (1997) y Seydou Keïta Photographs (2011). Sus fotografías también se han presentado en festivales y bienales internacionales en Bamako (1994), São Paulo (1998) y Madrid (1999). En honor a los logros de toda la vida de Keïta, el gran premio Rencontres de Bamako recibe el nombre de Premio Seydou Keïta. Keïta murió en París el 22 de noviembre de 2001.
Ya sea fotografiando individuos, familias o asociaciones profesionales, Keïta equilibró un estricto sentido de formalidad con un notable nivel de intimidad con sus sujetos.
Sobre su práctica en el estudio, Keïta comentó: “Es fácil tomar una foto, pero lo que realmente marcó la diferencia fue que siempre supe cómo encontrar la posición correcta y nunca me equivoqué. La cabeza ligeramente girada, una cara seria, la posición de las manos… era capaz de hacer que alguien se viera realmente bien”.
Keïta hizo todo lo posible para resaltar la belleza de sus sujetos y los patrones brillantes de sus fondos demostraron ser un contraste particularmente efectivo. Trabajó de forma intuitiva, reinventando la fotografía de retratos a través de su búsqueda de una precisión extrema. Ahora es universalmente reconocido como el padre de la fotografía africana y considerado uno de los grandes fotógrafos del siglo XX.
Con referencias biográficas de André Magnin y Candace M. Keller. Agradecimientos a Elisabeth Whitelaw, Collection manager CAAC – The Jean Pigozzi Collection of African Art.
Acerca del Autor:
Alexander Stuparich es editor de CAPTION Magazine para Norteamérica y Asia.
Sitios Web:
The Jean Pigozzi African Art Collection