Sergi Cámara
Cuando salí de mi casa me llamaron “aventurero”. Cuando crucé el desierto me llamaron “clandestino”. En Marruecos me llamaban “africano”. Al saltar la valla, la policía me llamó “negro”.
Todo empezó con un breve en el periódico: “Inmigrantes saltan la valla de Melilla”. Busqué más información; algunos periodistas me dijeron que allí no pasaba nada porque las agencias no estaban dando ninguna información al respecto. Luego descubrí que no solo pasan cosas cuando las agencias las publican. Me fui a Melilla sin ningún contacto, al contrario de lo que te recomiendan en cualquier manual de periodismo. Descubrí que también se puede realizar un trabajo sin tener contactos. Me fui con doce carretes de treinta y seis fotos y muy poco dinero. Descubrí que también se puede hacer un trabajo con poco dinero. En Melilla descubrí que no solo había inmigrantes saltando la valla como rezaba el titular del periódico, sino que, en esa frontera, aprovechando la oscuridad de la noche, se vulneraban los derechos humanos. Lo que comenzó como una noticia breve se convirtió en un trabajo de diez años, en el que hice más de treinta viajes a ambos lados de la frontera que separa África de Europa con la intención de documentar estas vulneraciones y los abusos que se cometen en nombre del control de la inmigración.
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