Fotografía y Resistencia
por Nacho Izquierdo
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¿Qué es lo que le motiva para hacer fotografías?
Son varias cosas que se cruzan y que me llevan a la captura de imágenes. Primero fue un gusto, una afición. Di los primeros pasos cuando viví en Francia entre los 11 y 19 años. Cuando volví a Chile en julio de 1983, en pleno periodo de las protestas contra la dictadura cívico militar, lo asumí como una manera más de luchar contra el régimen, de acompañar la movilización social y la resistencia al horror. Quería que las imágenes sirvieran a esa resistencia que se manifestaba también a través de boletines y publicaciones que se producían tanto en Chile como en el exilio. El asunto entonces era estar allí, dar testimonio; la fotografía en ese momento adquiría de lleno un sentido social y político.
Si bien comencé moviéndome en poblaciones, en las movilizaciones de estudiantes y de los familiares de presos políticos, todos lugares en los que conocía a alguna persona, rápidamente se fueron estableciendo lazos con otras y otros fotógrafos que marcaron también el hacer de la fotografía como un camino colectivo, compartido. Así, fui mirando, aprendiendo de los otros y de la práctica, lo que acentuó mi motivación por lograr una mirada propia de los hechos; valorando más el cuidado de la relación forma y contenido, y potenciando el sentido cultural de este que hacer.
Creo que me ha acompañado siempre cierta valorización algo fetichista de la imagen, en cuanto su poder de mantener vivo el momento en el tiempo, su posibilidad de ser memoria viva. Me conmueve ver imágenes de personas comunes y corrientes de los años 30 y 40 del siglo pasado, por ejemplo, sonriendo ante la cámara, cuyas expresiones son tan frescas, espontáneas, y te dicen cosas como si fuera hoy. Pero luego realizas que esas personas hace ya mucho que no están entre nosotros, y el tiempo vuelve a tomar su real dimensión. Desde que empecé a tomar fotografías, he fotografiado asiduamente a mis cercanos, en cada momento vivido, y de manera más frecuente desde el nacimiento de mis hijas e hijo. En tal sentido, hace mucho tiempo que la fotografía se ha ido instalando en mi cotidiano, es parte mi vida, donde está lo personal, lo cultural, lo político y social. Y como la vida misma, esta actividad me motiva también como una buena manera de acompañar el camino y las luchas por un mundo más justo y humano, como un ejercicio de presente y futuro; manteniendo-llevando, de alguna manera, con uno (conmigo) el pasado, la memoria personal y colectiva.
¿Cómo definirías tu forma de fotografiar?
En realidad, no sabría definirla. Podría sí señalar algunos elementos que la marcan, entre ellos un muy limitado manejo técnico, tanto cuando tomaba fotografía análoga, hasta el año 2001, como desde entonces con la fotografía digital, lo que tal vez constituye una limitante en la gama de posibilidades de cómo abordar un tema.
Otro aspecto, son las motivaciones que definen el qué y para qué hago fotografía, lo que he intentado explicitar en la respuesta anterior. También marca mi forma de tomar fotografías, una fuerte timidez, la que siempre me ha dificultado el fotografiar a las y los otros; no me es fácil establecer un diálogo, una relación más directa al momento de hacer una foto. Por otra parte, en las actividades que emprendo, tengo una manera de hacer un poco acelerada, por lo que eso también está en el cómo fotografío, la captura de la imagen muy del instante, donde el ejercicio del ojo atento, así como la casualidad y la suerte, juegan un rol significativo. Esto se equilibra felizmente con cierta tenacidad y persistencia ante determinados temas, como las luchas sociales, lo que hace que se vaya constituyendo un trabajo en el tiempo y uno, como fotógrafo, de un u otra forma se va haciendo parte del paisaje, conocido de las y los manifestantes.
¿En qué ha cambiado la fotografía que se hacía en dictadura y la transición en Chile a la que se hace ahora?
Durante la década del 90 y el principio de este siglo, la larga transición o postdictadura, si bien acompañé las marchas del 11 de septiembre, así como varias del 1° de mayo, más tarde las movilizaciones de los estudiantes del 2011 y de las mujeres del 2018, mi participación fue mucho más limitada. En tal sentido, desde la experiencia personal podría hablar con mayor propiedad de la fotografía en dictadura, desde 1983 a 1989, y luego del periodo de la revuelta de octubre 2019 hasta hoy. Sin embargo, pese a los años que hay entre ambos periodos, creo que hay, lamentablemente, muchas similitudes y también significativas diferencias. La triste similitud, es la represión. Tenemos una policía brutalmente opresora. No es casualidad que el 2019 Chile tenga un récord de heridos oculares, fotógrafa/o entre ellos. En ambos periodos, uno en dictadura, otro en “democracia”, han gobernado hablando sin tapujos de una guerra interna, y así han tratado al pueblo –movilizado en las calles– como el “enemigo” interno.
De este modo, salir a fotografiar ha significado un riego, y el miedo, si bien con intensidades distintas, también ha estado presente. La diferencia es que en dictadura el riesgo no era solo estar en la movilización misma, sino que en cualquier momento podía llegar la represión, DINA o CNI, allanar tu casa y detenerte, y a varios fotógrafos/as nos tocó pasar por eso. A otros, lamentablemente, la sistemática política represiva del estado les quitó la vida, y uno no puede dejar de recordar a Cristian Montecino, Juan Maino y Rodrigo Rojas de Negri. También en las similitudes, está el compromiso de las y los fotógrafos con el proceso que vivimos. Haciéndose parte del mismo, con la máquina en la mano. Estar allí, ser testigo y denunciar la represión, la desigualdad.
Otra de las diferencias con aquel periodo es, sin duda, la masividad de la práctica fotográfica y los cambios tecnológicos que hoy permiten fotografiar casi sin límites después de asumir el costo del equipo fotográfico. En los años ochenta éramos unos pocos los que cubríamos las movilizaciones, no más de una decena fotografiando al mismo tiempo, a excepción de las grandes movilizaciones. Cada rollo de foto, de 36 imágenes, costaba sus pesos y uno se limitaba al máximo. Al atardecer, la falta de la luz eran un problema. Hoy, es impresionante ver la cantidad de jóvenes, con todo tipo de equipos, fotografiando y filmando hasta tarde, sin cesar. Eso es muy alentador.
Evidentemente, también cambió radicalmente el posible uso de las imágenes y la valorización social de la fotografía. Se ganó en instantaneidad, rapidez, masividad… Las redes juegan allí un rol significativo. Pero es un tema que tiene sus complejidades, no todo brilla en eso, la concentración de los medios y de las redes, es algo que tiene más de un impacto negativo con lo cual se hace difícil decir que estos cambios tecnológicos impliquen necesariamente un progreso o una democratización.
Eres fundador de la Asociación de Fotógrafos Independientes AFI ¿Qué función cumplía esta agrupación y cuál era su objetivo?
Llegue a la AFI cuando esta ya existía. Si no me equivoco, la memoria te hace muchas veces trampas, nos incorporamos juntos con Claudio Perez y Oscar Navarro, probablemente fue en 1984 o 1985. Nosotros, a su vez, ya habíamos creado una pequeña agencia, Cono Sur. Sin duda, la AFI fue un espacio muy importante en la valorización del trabajo fotográfico, como en la protección de las y los fotógrafos. La credencial misma de AFI era un elemento de resguardo. Uno debía tener alguna credencial de un medio, y eso no era evidente. Las exposiciones que montó, hicieron posible que esa generación de fotógrafos que nos encontrábamos en las calles, fuéramos conociendo nuestros trabajos; también que las y los manifestantes se encontraran y se reconocieran en las imágenes, que la fotografía volviera a ellos. Por último, fue una voz colectiva y comprometida de la fotografía en esos tiempos, lo que de alguna manera hoy se extraña.
Como editor y director de LOM Ediciones ¿qué es lo que buscas en un trabajo fotográfico para que pueda convertirse en un libro?
Desde que iniciamos la colección Mal de Ojo, apostamos por recuperar nuestras imágenes, las de la historia reciente, como de los indígenas de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, para construir con ellas referentes propios, para volver a mirarnos y reconocernos. También para contribuir a formar una cultura fotográfica, a través de la publicación y con ella la democratización de los libros de fotografías, como obras privilegiadas para despertar otros sentidos, para provocarnos, detenernos y comprometernos con los otros, para hacernos pensar y ver críticamente. De esta manera, buscamos que la obra sea más que una suma de buenas fotos, y se constituya en una propuesta en sí.
Hacemos nuestras las palabras de John Berger de su libro Mirar, “La fotografía pública … ha sido separada de su contexto y se convierte en un objeto muerto que, precisamente porque está muerto, se presta a cualquier uso arbitrario….El objetivo ha de ser construir un contexto para cada fotografía en concreto, construirlo con palabras, construirlo con otras fotografías, construirlo por su lugar en un texto progresivo compuesto de fotografías e imágenes”, haciéndola parte activa de nuestra memoria social, política y cultural.
¿Qué consejos podrías dar a los jóvenes reporteros, para ganarse la vida con este duro oficio, donde ahora cualquiera puede tomar una foto con un teléfono móvil y tanto su contenido como calidad no es cuestionado por los medios?
Vivir del trabajo fotográfico es un complejo desafío, más aún hoy en día en que son cada vez más limitadas las opciones de trabajo como reportero gráfico. No sabría dar muchos consejos. Tal vez solo decirles que, si uno quiere desarrollar un trabajo con un carácter propio, hay que tomar conciencia de que hay que hacer un largo camino. Parafraseando el poema Ítaca de Kavafis, “Has que el camino sea largo”, porque son muchas cosas las que este puede ofrecerte, y yo agrego, tal vez llegue el momento en que puedas vivir de ello.
Pasa algo similar con las y los escritores, como con las y los editores. En nuestro caso, LOM, para poder desarrollar el proyecto editorial fundamos en paralelo la imprenta, y con lo que daba la imprenta vivíamos y luego, en la primera etapa, pudimos financiar la impresión de los libros, hasta que el movimiento propio de la editorial posibilitó que esta se hiciera sustentable. En la fotografía como en la escritura, a menos que uno tenga mucha suerte desde el inicio, es importante buscar opciones que a uno le permita financiarse el día a día, intentando desarrollar paralelamente estos proyectos personales que a uno más le apasionan, hasta lograr -lo que está lejos de estar asegurado en esta sociedad neoliberal- que ese proyecto sea autosustentable, sin tener que hipotecar el sentido mismo de lo que uno hace. En los medios, aparte excepciones, no veo hoy reales opciones ni valorización de un trabajo de calidad y honesto. La imagen más bien se usa para acompaña un mensaje predefinido, perdiendo todo sentido propio.
La crisis en los medios de comunicación afecta profundamente a los fotógrafos. ¿Cuál es tu visión de este problema?, ¿crees que pueda haber una salida a esta situación?
Afecta a las y los fotógrafos como a las/os periodistas y a la sociedad toda. Afecta a la calidad misma de la democracia que tenemos. Es un problema de primer orden y espero que como sociedad logremos transformar el estado actual de cosas. La concentración mediática en manos de grandes capitales, combinada con el oscuro manejo de las redes con sus algoritmos, donde prevalece más la desinformación y la mentira que el acceso a la información veraz y oportuna, debilitan profundamente el espacio democrático y las posibilidades de construcción colectiva en favor de una sociedad más justa. El monopolio, por quienes ostentan el poder económico o tienen más dinero, de los medios y las redes, es un tema ante el cual aún no hay una clara conciencia. Creo que es urgente legislar en relación a los medios y las redes. El control de la palabra y la imagen no puede ser de quien más tiene. Eso no es libertad de expresión, termina siendo totalitarismo del dinero. Requerimos una sociedad donde la diversidad se exprese y creo sinceramente que solo lo público, lo común, va posibilitar eso. No me sorprendería que en un futuro cercano las personas miren con horror estos tiempos donde la manipulación de los fakenews puede influir significativamente en una elección. Y creo que es un muy mal chiste asociar esto con democracia. Solo un cambio estructural de lo lógica que domina los medios, donde la publicidad es la reina, permitirá resolver el tema de fondo y, a la larga, el de los fotógrafos en particular. Una democracia cultural es el anhelo, donde la cultura, los medios de comunicación, sean tema de todas y todos, sean también espacio de todas y todos.
¿Cómo conservas tus archivos, sigues fotografiando con película?
A partir del año 2001 pasé a la fotografía digital. Lo conservo todo en discos duros, haciendo respaldos continuamente. Desde hace unos años empecé a clasificar el material y también a digitalizar todos los negativos, esto con la colaboración del fotógrafo Miguel Navarro. Todos los fines de semana le dedico unas cuantas horas, es un trabajo prolongado y lento, pero fascinante. Ya son casi 40 años de fotografía y 45 del primer rollo que registré, largo tiempo transcurrido. Allí me voy encontrando con tantas y tantos que ya no están, con tantos momentos vividos, imágenes que uno apenas hojeó en su momento. Extraña y babélica acumulación de las imágenes fotográficas en el tiempo, si se piensa a nivel de país o de la humanidad toda. Las propias, las veo al clasificarlas, me emocionan y/o sorprenden a veces, algunas las publico en Flickr o Instagram, otras las comparto con la familia, y volverán a dormir en el silencio y la oscuridad hasta que con suerte alguien más las despierte por algunos instantes, más adelante.
Espero volver en algún momento a fotografiar con película. Aunque sea solo por el gusto de revivir la experiencia, como también la magia de ver aparecer la imagen en la tineta del revelador en la pieza oscura.
¿Cuáles son tus fotógrafas o fotógrafos chilenos favoritos?
Difícil limitarse a unos pocos nombres, en la historia de la fotografía chilena hay una significativa cantidad de fotógrafas y fotógrafos que han realizado y/o están realizando un gran y admirable trabajo. Cómo no tener como maestros a Antonio Quintana, Sergio Larraín, Luis Ladrón de Guevara, Patricio Guzmán Campos, Lola Falcon, Domingo Ulloa. Y a otros y otras cuyo trabajo sigue enriqueciéndose y enriqueciéndonos, allí están: Paz Errazuriz, Julia Toro, Leonora Vicuña, Helen Hugues, Luis Poirot, Marcelo Montecino, Juan Domingo Marinello, Claudio Pérez, Mauricio Valenzuela, Oscar Wittke, Alvaro y Alejandro Hoppe, Oscar Navarro, Héctor Lopez, Leonardo Infante, Rodrigo Gómez, Miguel Navarro, Tomás Munita y tantas y tantos más cuyos nombres me faltan en estos momentos, entre las y los cuales están sin duda las nuevas generaciones.
¿Tienes algún proyecto o exposición en mente que quieras compartir con nosotros?
Después de publicar el libro de bolsillo “Fragmentos de un despertar”, sobre la revuelta de octubre 2019, me propuse hacer un libro sobre el trabajo de los ochenta. Espero que en los próximos años vea la luz. No descarto la posibilidad de realizar una exposición. Pero bueno, el tiempo dirá.
Acerca del Autor:
Paulo Slachevsky Chonchol. Nace en Santiago de Chile. En 1975, a los 11 años, se va junto a sus padres y hermana a vivir a Francia donde parte de la familia estaba exiliada. Retorna a Chile a los 19 años en julio 1983, y trabaja como fotógrafo cubriendo las protestas contra la dictadura cívico militar hasta marzo de 1990. Junto a los fotógrafos Claudio Perez, Oscar Navarro, Carlos Tobar y Vincent Floor, funda en esos años la agencia Cono Sur y publican en 1986 el libro El pan nuestro de cada día. Parte de la edición es destruida por la CNI (policía política) que allana y destroza la imprenta donde se realizaban publicaciones de oposición. Estudia paralelamente periodismo en la Universidad de Chile. En 1990, junto a Silvia Aguilera, funda LOM Ediciones, editorial independiente con más de 1800 títulos publicados en ciencias sociales, literatura y fotografía, la que dirige junto a Silvia hasta la fecha. Fue presidente fundador de la Asociación de Editores de Chile, de la Coalición Chilena para la Diversidad Cultural y vicepresidente de la Federación Internacional de Coaliciones para la Diversidad Cultural.
Fue condecorado como caballero en la Orden de las Artes y las Letras por el gobierno de Francia el año 2005 y oficial de la misma el 2014. Actualmente coordina la Red Hispana de la Alianza Internacional de Editores Independientes e integra el Observatorio del Libro y la Lectura de la Universidad de Chile. Publicó el 2020 el libro de fotografías “Fragmentos de un despertar”, un registro de la revuelta de octubre 2019.
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