Ricardo Garcia Vilanova: “En el conflicto y el desastre humanitario se necesita la figura del fotoperiodista”
Por Claudio Soto
Quien es hoy embajador de Fujifilm, devela que la imagen puede sensibilizar y desde ahí generar cambios en los gobiernos. En esta entrevista con CAPTION Magazine repasa parte de su trabajo, lo altos y bajos de la profesión y de su posición frente al futuro. “No soy pesimista, pero si pragmático”, adelanta.
Si hay un fotoperiodista inmerso en los conflictos, ese es Ricardo Garcia Vilanova (50). Freelance, radicado en Barcelona, con más de 30 años de trabajo bajo el lente, está a la espera del llamado de un periódico alemán para volver una vez más a Ucrania, para seguir mostrando la crudeza de la guerra y la torpeza del ser humano.
Interesado por el arte y la historia, quien es embajador del Fuji, busca sensibilizar y desde allí dar herramientas a las sociedades para empujar los cambios. Con estudios en la reputada Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y una especialización en París, se ha inclinado por el foto reportaje por el valor -explica- de la mirada que tiene, al margen de la emoción y la información que puede aportar a un mundo con cambios vertiginosos.
“La fotografía es un fin al cual yo llego por el interés que tengo por la historia, por el arte y sobre todo porque creo en la esencia de lo que es el fotoperiodismo. En este caso, sensibilizar y cambiar a la sociedad”, devela.
Siempre has sido freelance ¿Por qué valoras esa posición?
Llevo 30 años trabajando como freelance. La verdad es que nunca he trabajado como staff en ningún sitio. Ser freelance te da la libertad de elección, la capacidad de marcar tus proyectos, de trabajar a tu ritmo y en tu propia agenda. Evidentemente, es como una montaña rusa en materia económica, porque al final, yo que he tenido la suerte o la desgracia de vivir lo que fue la época dorada de la fotografía, y lo que vivimos hoy, es que estamos en una época de involución absoluta. Lo que se ganaba por trabajar un día, ahora es lo que se paga por un proyecto entero.
¿Son momentos convulsos?
La diferencia de tarifas, el apoyo logístico que tenías, las capacidades y las sinergias que generaba el trabajo con grandes medios, sobre todo americanos en ese momento, te hablo hace 20 o 25 años atrás, no tiene nada que ver con lo de ahora, excepto con la guerra de Ucrania que ha sido un gran espejismo porque tiene un interés muy grande para Europa y Estados Unidos. Pero, en el momento que termine, pues eso acabará.
Conflictos
En Instagram y en tus portafolios destacan los conflictos y problemas humanitarios ¿qué es lo más grato y lo más doloroso?
Lo mejor sin duda es saber que al final, el trabajo que uno hace o que los compañeros hacen, sirve para sensibilizar. Yo no digo que para cambiar, porque creo que la fotografía no tiene la capacidad para generar un cambio en una cosa muy determinada, pero si que tiene la capacidad de sensibilizar, y al final la sociedad es la que determina ese cambio a fuerza de esa sensibilización. Es decir, si tu no tienes esa información como sociedad no tienes la posibilidad de elección, como, por ejemplo, en que un gobierno pueda interferir en un determinado conflicto o en un desastre humanitario. Esa es la parte buena.
La parte mala, es que obviamente, te das cuenta en el caos y el error en que vive el mundo, desde una perspectiva absolutamente directa, y te das cuenta de que lo que vivimos en Europa o en determinados países es sólo un espejismo. Es decir, que hay gente que no vive en condiciones, que no tiene agua, electricidad, calefacción, comida. La gran mayoría de la humanidad no vive en esas condiciones.
¿Siempre te decantaste por los conflictos?
Siempre fue así. Quizás mis conflictos iniciales fueron de más baja intensidad y luego fueron incrementando hasta el punto de que básicamente me dedico a eso. La perspectiva de por qué me interesa es lo que te decía antes. Es en el conflicto, en el desastre humanitario en donde más se necesita la figura del fotoperiodista, porque al final la sensibilización es lo que más deja huella en el espectador, sobre todo en una problemática tan directa. Por ejemplo, lo que está pasando en Gaza, lo que está pasando con los periodistas, que no entra ningún periodista occidental, y entonces, en ese sentido evidentemente si no tuviéramos compañeros que están arriesgando su vida, no tendríamos esas noticias. Un ejemplo de ello es el trabajo excepcional que realizan los compañeros fotógrafos palestinos, con un sacrificio que terminan pagando con su propia vida. Gracias a ello, a su conocimiento, a su experiencia es que podemos sensibilizarnos de lo que ocurre en una zona en donde han muerto más de 20 mil civiles.
Pero no sólo hay guerras, hay muchos problemas como la migración o la crisis climática…
Las guerras siempre han existido y hay problemáticas nuevas. Por ejemplo, la problemática del cambio climático es de ahora. Todo eso forma parte de los problemas que van ligados a las generaciones en las cuales nos toca vivir. Piensa en la inmediatez que tenemos ahora y sobre todo la información que tenemos al alcance de la mano. Esto, no tiene nada que ver con lo que teníamos hace 30, 40 o 50 años. Creo que en ese sentido ha sido un gran avance para todo este tipo de difusión.
Las ventajas de Fujifilm
¿Por qué trabajas con cámaras y equipamiento Fujifilm? ¿Qué valor te entrega como fotógrafo?
Porque es una cámara muy intuitiva, es una cámara que te permite trabajar en modo manual, como con las cámaras de antaño en que tienes los selectores que son mecánicos. Yo trabajo con la Fuji H1. Es una cámara que te permite hacer cambios sin pasar por menús y sin tener que pasar por determinados aspectos electrónicos, y que te dan una inmediatez y facilidad de trabajo que otras cámaras no me han dado.
¿Tienes predilección algún tipo de cuerpos y objetivos?
Siempre trabajo con angulares porque creo mucho que trabajar muy cerca de alguien, muy cerca del entorno o de una situación o acción hace que te involucres y a la vez, hace que se olviden de ti. Trabajar a 20 metros de distancia, en el cual tu no participas en esa forma de acción, hace que seas uno más de esos hechos, de vivirlo, de tomarlo.
Proyectos
¿En qué proyectos te encuentras trabajando ahora?
Tengo dos libros publicados. Uno, del Estado Islámico que empieza en 2011; y otro de Libia, de la ruta migratoria que pasa por ese país, también de ese año. Uno salió en 2019 y el otro en 2018, y lo que sigo haciendo cada día es ampliar esos escenarios, porque lamentablemente el Estado islámico dejó de ser un estado como se denominaba, pero sigue estando presente y aumentando su poder en África en forma inconmensurable, Sigo trabajando en distintos lugares de África y también en países como Irak, Siria, y Libia que son las tres capitales del califato. Lo que estoy haciendo ahora es generar material de archivo para que dentro de 10 años tengamos una imagen de los libros ampliada. Son dos proyectos a largo plazo, al margen de lo que voy haciendo.
¿Vuelves a Ucrania?
Estoy trabajando en la Guerra de Ucrania desde que empezó. Llegué a Kiev 15 días antes de que empezara la Guerra y he estado en el extranjero más de 20 veces ya. Tenía que regresar ahora porque estoy trabajando con un periódico alemán y está la posibilidad de volver, o quizás no, en un par de semanas.
¿Hacia dónde se dirige la fotografía? ¿Reflexionas sobre ello?
Soy pragmático. No pesimista, pero si pragmático. Actualmente, ha habido una involución muy grande de la fotografía. Primero, lo que representó la globalización en el que en un momento todos tenían una cámara; y ahora entramos a otra dimensión que es la inteligencia artificial. En ese sentido, hay dos factores que han cambiado la reventa de la fotografía en sí. Antes, para ser fotógrafo tenías que formarte como tal, en imágenes, en la técnica, en saber lo que hacías. Ahora, con las máquinas digitales simplemente aprietas un botón, luego lo corriges, pero no sabes muy bien por qué disparaste.
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