por Luis Sánchez
En entrevista con CAPTION este connotado maestro chileno de la fotografía revisa con mirada crítica lo que significa ser fotógrafo, la irrupción de lo digital y la necesidad de reivindicar el trabajo autoral en un mundo invadido por millones de imágenes cada día. La invitación es a volver a una mirada reflexiva, ya que la fotografía es un lenguaje y una cápsula del tiempo que nos habla de lo que fuimos.
Para Juan Domingo Marinello la fotografía es el lenguaje que le permite expresarse de mejor manera, uniendo la razón con el corazón en las imágenes que va captando. A los 20 años inició este camino que lo ha llevado a ser más que un observador de la realidad, sino un actor relevante y un maestro de nuevas generaciones de fotógrafos. “En esta suerte de lenguaje encontré la forma de ganarme la vida, con gran sorpresa me han pagado todos estos años por hacer algo que me gusta mucho. Y enseñar fotografía es una vocación paralela en el sentido de querer entregar lo que yo aprendí, lo que yo descubrí, para que de alguna manera aporte un grano de arena a los que comienzan en esta profesión, en esta pasión que es la fotografía”.
Son más de cinco décadas de una historia personal que ha transitado por momentos difíciles de un país convulsionado por los cambios políticos y un mundo que avanzaba silenciosamente hacia nuevas tecnologías que transformaron la manera de hacer fotografía.
Para Marinello hay cámaras que son consulares como la Sinar de placa o la Hasselblad. Sin embargo, su preferida es la Rolleiflex Twin Lens 6×6, “que fue emblemática en el periodismo de los 50 y los 60, diría hasta los 70”.
Asimismo, recuerda que no tuvo dinero para adquirir inmediatamente una cámara 35 mm, “usé mucho la Canon y posteriormente la Leica que era carísima para uno, pero logré agenciarme una M3 con la que terminé trabajando”.
