Mirando fotografías

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Abel Lagos

¿Porque cuando miramos una fotografía siempre vemos otra cosa? Pareciera que en vez que nosotros miremos las imágenes, estas nos leen a nosotros.


A esta altura ya bien sabemos que la palabra fotografía quiere decir “escritura con luz”. Pero si nos remontamos al período anterior a 1839, antes de la invención de la palabra “fotografía” por Sir J. Herschel, a este fenómeno físico de imprimir con luz sobre peltre, Niepce lo llamó “heliografía” del gr. helios, “sol “ y graphis, “escritura”. Fox Talbot llamó a sus imágenes, primero “dibujos fotogénicos” del gr. phos “luz” y geneto “generar” y hacia 1844 “calotipia” del gr. “kalos” belleza. He querido explicar esto porque la palabra fotografía en sí resume su historia. La palabra griega  φως (phōs, “luz”), y γραφή (grafë,  “escritura”), da cuenta en su primera parte de la relación con la creación de la cámara obscura , es decir, la futura cámara fotográfica y la formación de la imagen en su interior. La escritura con la luz se relaciona con el desarrollo químico y, posteriormente, electrónico de los soportes sensibles a la luz: a saber, primero el metal, después el papel, seguido por el vidrio, la película de acetato, materiales que fueron estimulados con sales sensibles a la luz. Finalmente el sensor digital, que es un artefacto electrónico que convierte la imagen análoga a impulsos eléctricos y un convertidor ADC los llevará a la memoria como dato binario o mapa de bits. Hoy los limites de los registros de imágenes se han expandido más allá de la luz visible, que es aquella que nos permite ver nuestro mundo. Mas allá está la luz de los científicos. De manera que la palabra fotografía habla fundamentalmente del aparato técnico, químico o electrónico pero no dice nada del sentido segundo que toca tanto al creador como al espectador. Por esto, tal vez, todavía se piense que la fotografía se trata fundamentalmente de un conocimiento puramente técnico, de la cámara y no de la sensibilidad que motiva al que opera el instrumento fotográfico.

Visto de esta manera la fotografía no sería más que denotación. Sería solo una función deíctica, es decir, solo sirve para mostrar algo. De esta característica se genera la idea popular de que la fotografía es un certificado de la realidad. Se confunde lo verosímil con la verdad. Sin embargo, tiene la categoría de singularidad, atestiguamiento y designación (Ph. Dubois, El acto fotográfico). Para R. Barthes, la fotografía encarna una paradoja: “¿Cómo la fotografía puede ser al mismo tiempo “objetiva” y contener valores, naturales y culturales?” (La Semiología, El mensaje fotográfico, 1972, p.118). Con esto se refiere a la adquisición del sentido en la fotografía. ¿Por qué una fotografía nos informa más allá de las marcas sobre el papel? Este es el aspecto connotado de la fotografía y que sobrevive en la imagen gracias a una relación parasitaria que mantiene con el lenguaje. De esta manera el sentido en la fotografía es culturizado, pues dependerá esencialmente del que mira.

Mientras buscaba material para escribir este artículo, encontré en mi computador algo que no debería haber visto. Abrí una carpeta que contenía los registros que había hecho de mi padre mientras permanecía en el hospital. Contenía fotos que había tomado de él y grabaciones que había hecho con el teléfono. La imagen de su rostro, deteriorado por el cáncer, me golpeó muy duro y rápidamente la guardé. Entonces pensé en el libro “Cámara Lúcida” de Roland Barthes. Este es un libro íntimo que escribió a partir de una foto de su madre, un año después de su muerte. Este libro se ha convertido en un documento fundamental para el estudio de la fotografía.

“El punctum, es ese azar que en ella me despunta (pero también me lastima, me punza)” (Barthes, 1994, p. 65). Tuve que enfrentarme a la foto de mi padre para sentir ese dolor. No tenía el mismo efecto cuando la miré la primera vez . Tal vez estaba muy cerca del referente y su representación era de menor importancia al hecho que compartíamos en ese momento. Cuando le mostré la foto él hizo un gesto como de desaprobación o de asombro. No era que desaprobara que le tomara una foto en ese estado sino más bien le asustaba, tal vez, como él veía, como se deterioraba, como  la pequeña posibilidad de salir bien de esta prueba se disolvía. Tal vez no debí mostrarle su propia muerte.  Hoy, ya no está. Solo queda esa fotografía que me muestra más bien su muerte y por eso tal vez debe quedar oculta, para que no hable. Lo que no se ve no se puede oír. Lo que se fotografió no se puede volver a repetir existencialmente. He copiado otras fotos en la que él esta alegre pero esas fotos no tiene el mismo efecto que la del hospital. Aquellas se han convertido en un sustituto de su existencia. Las fotografías se han convertido en fetiche promovido por el concepto psicoanalítico del creer-descreer, cuya fórmula es “yo sé muy bien…sin embargo” . “El espectador no confunde el significante con el referente, él o ella saben lo que es una representación, pero aún así sienten una extraña sensación de realidad”, (Christian Metz, “Fotografía y fetiche”).  Prefiero quedarme con imágenes limpias que flotan en un mar de recuerdos, aunque indefectiblemente la imagen fotográfica ampara la Muerte.

Sin duda que esa foto, que no es más que un registro digital hecho con un teléfono, no tendría el mismo efecto en otra persona. Para decirlo en términos de Barthes conformaría parte del studium, que no debe traducirse por “estudio”. “Por medio del studium me intereso por muchas fotografías, ya sea porque las percibo como testimonios políticos ya sea porque las saboreo como cuadros históricos buenos” (Barthes, 1994, p.64). Es la adquisición del conocimiento a través de la fotografía sin que me toque mayormente. En ese tipo de imágenes, que llamaré históricas, el recuerdo y la distancia que tenemos con el referente nos afectan existencialmente en cuanto al impacto que nos provoca. De ahí que los álbumes familiares adquieran mayor importancia para la familia que para un extraño. 

La fotografía tiene muchas maneras de presentarse ante nosotros: el registro, el foto periodismo, la fotografía publicitaria, la fotografía de arte, etc. Todas estas expresiones se apoyan en la realidad (lo objetivo) que al convertiste en fotografía ingresan al nivel simbólico: van a estar por otra cosa. La palabra griega symbolon quiere decir juntar una cosa con otra. A partir de aquí la imagen objetiva (denotada) se incorpora como imagen-signo cambiante  que puede ser leída, interpretada y se le pueden otorgar significados (connotados).

¿Por qué cuando miramos una fotografía siempre vemos otra cosa? Pareciera que en vez que nosotros miremos las imágenes, éstas nos leen a nosotros.


Abel Lagos es Profesor de Español, titulado en la Universidad de Concepción; completó un M.A. en Sociología de la Literatura en la University of Essex, UK. Posteriormente, obtuvo el Diploma en Fotografía Profesional, en el Politécnico Central de Londres, UK. Ha realizado entre otros, los siguientes ensayos fotográficos: Imágenes de Interior (2006), La Raíz del Viento (2007), Doce Pueblos (2010), Sentido Latente (2014), La Imagen Oblicua (2015) con apoyo de diversos fondos. Fue profesor de fotografía para varias instituciones universitarias y actualmente trabaja como fotógrafo publicitario para distintas empresas.

Blog: abelius.blogspot.com
Sitio Web: https://abelmarcolagos.myportfolio.com/mi-fotografia

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© 2019 Caption Magazine. ISSN 0716-0879