El nacimiento de un primer bebé suele ser una fuente de inmensa alegría para las parejas. En Venezuela, sin embargo, las preocupaciones pueden anular la emoción.
Adaimar Mendoza, de 24 años, quedó embarazada por primera vez en medio de la peor crisis económica de su país y la pandemia de COVID-19 que ha trastornado vidas en todo el mundo.
Como resultado de la agitación, se suspendió la atención prenatal para las mujeres en los hospitales públicos. Las mujeres llegan a dar a luz sin evaluaciones previas para prevenir complicaciones. Las salas de maternidad carecen de suministros y especialistas.
Eso se suma a cuestiones básicas como conseguir gasolina para conducir hasta el hospital en un momento en que la escasez de combustible en la nación rica en petróleo se ha agravado aún más.
“Es como si estuviéramos en una ronda de penaltis”, dijo Leo Camejo, socio de Ada, refiriéndose al final de alto riesgo de un partido de fútbol empatado. “El nerviosismo siempre está ahí”.
Las mujeres venezolanas durante años han sentido los efectos agudos de la contracción económica de su país, incluso antes de que llegara el COVID-19. Las tasas de mortalidad materna aumentaron más del 65% entre 2015 y 2016. Los anticonceptivos no son asequibles para la mayoría de las mujeres. Muchas mujeres embarazadas se van y deciden buscar atención en el extranjero.
Cuando Mendoza y Camejo se enteraron del embarazo, parecía que la vida había dado un vuelco.
La pareja vive con otros siete familiares en el populoso barrio de Catia en Caracas. Camejo tenía un trabajo regular como diseñador gráfico, pero en los últimos meses ha tenido problemas para encontrar trabajo. Entonces comenzó a vender hamburguesas para pagar $ 20 por visitas al consultorio de un médico privado.
También tuvieron que lidiar con las complicaciones de la pandemia que ahora son familiares para las mujeres embarazadas en todo el mundo. Cada viaje a bordo del transporte público generaba temores de contagio.
Aunque oficialmente el país registra unos 65.000 casos, un número relativamente bajo, las pruebas limitadas significan que es probable que no se hayan contado.
Cuando nació su bebé, la pareja dijo que ver su carita les dio el valor para enfrentar los nuevos obstáculos que vendrán con la crianza de un niño en Venezuela.
“Cuando veo a Peyton, es como mirar a Leo”, dijo Mendoza. “Tienen la misma nariz”.
Acerca del Autor:
Matías Delacroix es fotógrafo independiente. Nacido en Buenos Aires, Argentina – 1989, criado en Chile. Actualmente radicado en Caracas, Venezuela. Tiene más de seis años de experiencia trabajando para periódicos nacionales y agencias internacionales como The Associated Press, AFP, Getty Images, Reuters en Nueva Zelanda, Chile e Islas del Caribe.
Actualmente trabaja como colaborador de The Associated Press, Bloomberg y organizaciones no gubernamentales como Médicos Sin Fronteras en Caracas.